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Esto era un padre y una madre, y tenían tres hijas y estaban muy pobres, muy pobres, muy pobres, y estaban pasando mucho, y el padre dijo un día:
—Bueno, pues voy a salir, y a ver si veo comida pa traeros.
Y se fue montao en un borriquillo y el hombre venga a andar, venga a andar, venga andar, y se encontró una berza en el suelo y tiró de ella y salió un negro, y entonces le dijo que qué quería. Dice:
—Mire usted, que voy buscando comida, que estamos muy | que tenemos mucha necesidad, muy pobres, y no tengo na que darle de comer a mis hijas y he venido buscando.
Y dice:
—Pues no lo sientas que te voy a dar yo pa que comas —le dice—, pero a cambio me tienes que traer a tu hija la mayor.
Y le llenó | le cargó el borriquillo de to: de comida, gallinas, de garbanzos, pan, de to. Y se fue el hombre tan contento.
Y cuando llegó a su casa, pues se pusieron tos muy contentos, comieron mucho y el hombre estaba triste. Dice:
—Sí, pero es que tengo que llevarte a la mayor | Llevar a la mayor porque el hombre me ha dicho | es que me ha dicho a cambio de mi hija.
Total, que dice la hija:
—Pues no pasa na. Yo me voy y verás tú como..., como sí estamos bien.
Total, que la llevó. Tira de la berza y salió el negro y se entró a la hija, y el padre le cargó otra vez de comida y se fue. Y cuando llegó a su casa, pues ya dijo:
—¿Ya se ha quedado allí nuestra hija?
Y ya pues:
—Dice que cuando necesite más comida que vaya, que me va a dar más.
Y mientras el negro, pues se entró a la hija y le dio una naranja. Cuando entraron allí dentro, aquello era un palacio, una cosa linda. Le dio una naranja y le dijo. Dice:
—Mira, toma esa naranja, pa que juegues y ves todas las habitaciones, lo ves to el palacio, pero en esa habitación no puedes entrar. Ahí que no se te ocurra de entrar.
Pues dice:
—¡No, no. Yo ahí no entro!
Total, que se fue el negro, se quedó allí sola y ella (pues lo que nos pasa, tan curiosicas), ala, vio to el palacio entero de habitaciones y dice:
—Yo voy a ver esa también, a ver lo que pasa ahí.
Abrió y había allí de..., de, de... muchas mujeres atás, muertas, mucha sangre… Total, que cuando llega el negro le dice:
—¿Qué? ¿Cómo lo has pasado?
—Pues muy bien.
—¿Lo has visto to?
—¡Uy, qué lindo está to! ¡Precioso!—
Dice: —¿Qué? ¿Has visto esa habitación?—
Dice: —No. Esa habitación no la he visto—.
Dice: —A ver, la naranja ¿Y la naranja? ¿Dónde está?—
Dice: —Pues mira, aquí está—.
Y la tenía llena de sangre. Por mucho que la limpió, se le notaba, y entonces la cogió, abrió la puerta, la cogió y la echó allí con las otras. Y la muchacha se quedó allí muerta, y ya está.
Y ya… cuando el padre le hizo falta otra vez, vino y... sacó la berza y le dijo:
—¿Qué? ¿Qué pasa?
Dice:—Pues que ya no tenemos comida⎯. Dice: ⎯¿Y mi hija? ¿Cómo está?
Dice: —¡Uy! ¡Está muy bien, muy bien, muy bien! Ella está ahí encantá de la vida, pero me ha dicho que tiene que venir su hermana la del medio pa estar con ella.
Y ya, pues a cambio le dio al hombre más comida y ya se fue a su casa.
Y llegó allí y dice:
—¡Oh, traigo más comida, pero me ha dicho este hombre que tienes que irte, la del medio, porque dice que quiere que esté con su hermana, pa que estén las dos juntas.
Total, que dice la hermana:
—¡Oh! ¡Yo sí voy! Y ya veo a mi hermana y estoy allí con ella y estamos tan a gusto.
Bueno, pues que llega allí, tiró de la berza y salió el negro y la entró a la muchacha, y cuando entraron dentro pues ya el hombre se fue a su casa otra vez.
Y entra adentro y le dio la naranja. Dice:
—Toma esta naranja— Y dice: —y tú ve to el palacio, pero a esa habitación no entres ¡Que no se te ocurra de abrir!
Entonces, pues ella estuvo viéndolo to y dice:
—¿Yo por qué no voy a ver esa habitación? ¡Pues yo voy a verla!
Pues la vio. Abrió la puerta y cuando vio a su hermana se quedó… Se cayó allí mareá y se quedó también allí dentro. La puerta se le cerró y…
Así es que el hombre ya se le ha acabado la comida en su casa y dice:
—Pues yo voy a ver si veo ya a mis hijas y ya veo a mis nenas, las veo y a ver si me dan más comida.
Total, que sale el negro otra vez. Tira de la berza, sale el negro y dice:
—¿Qué?
—Pues que quiero que me dé más comida porque ya se m´ha acabado y mi hija, la chica, dice que quiere ver a sus hermanas.
Dice: —¡Pues sí, sí! Me la traes, que ya se junten aquí las tres y ya verás qué bien lo pasan.
Total, que fue el hombre, cargó el borriquillo de comida y se fue a la casa. Dice:
—Ay, traigo más comida, pero m´ha dicho que te tienes que ir tú, la más chica.
—¡Sí!
—Y que dice que vas a estar con tus hermanas muy a gusto.
Y... total, que el hombre llevó a la hija y salió otra vez el negro. Tiró de la berza. Sale. Dice:
—Aquí tienes a mi hija, la más chica.
Total, que dice el hombre:
—Bueno, pues vamos pa dentro.
Le llenó de comida to otra vez y se fue el hombre.
Y se entró con la muchacha, le dio su naranja y le, y le dijo:
—Toma, una naranja pa que juegues. Y que veas to el palacio si quieres, pero a esa habitación no entres, que esa habitación está prohibido, que no puedes entrar.
Bueno, pues entonces ya se fue el negro por ahí y dice la muchacha:
—Pues yo voy a verlo to esto.
Y cuando ya lo vio to, dice:
—Pues yo voy a ver la habitación esa. A ver lo que tiene este hombre aquí.
Abrió la puerta y cuando vio a sus hermanas dio un portazo y se volvió pa atrás. Y entonces esperó al negro y cuando vino dice:
—¿Qué? ¿Cómo lo has pasado?
—Pues ¡Muy bien!
—¿Y la naranja?
—Mira, aquí está.
Y vio que no había tocao, y vio que… que ella no había entrado y entonces la cogió la naranja y se la explotó al negro en la frente y aquello dio una explosión que se levantaron tos los que había muertos, sus hermanas y resucitaron tos y se juntaron las tres hermanas fueron por sus padres, se quedaron viviendo en el palacio tan a gusto y tan felices, y ya está, y aquí | y comieron perdices.