La historia de Pichí

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Referencia catalográfica: 0012n

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Transcripción

Esto era una vez que mis dos nietas…, Eva María y Lucía, estaban jugando durante la primavera en la calle y se | resulta que se encontraron un gorrioncillo que se había caído de un árbol. Entonces, ellas, al verlo tan indefenso, hambriento, chiquitillo… decidieron llevarlo a la casa, y al llevarlo a la casa pues ellas iban con la alegría de que se habían encontrao el pajarillo, pero el padre les dijo que no, que el pájaro no quería tenerlo en la casa porque el pájaro tenía que estar en la calle para que sus padres lo recogieran, se lo llevaran, y en fin… Pero a ellas les dio mucha pena y querían quedarse con él y tal… y la madre y tal… total, que lo convencieron al padre y accedió a que se quedaran con ellas.

Entonces ellas, tan contentas, tomaron el reto de hacer de padres postizos del pajarillo y empezaron a darle mollillas de pan… mojás en leche. Con una jeringuilla le daban leche por el piquillo y así estuvieron hasta que el gorrioncillo se recuperó. Y entonces cuando ya se recuperó dijeron:  
—Bueno, vamos a ponerle de nombre Pichí. 

Y Pichí empezó ya a tener más fuerzas. A… se repuso bien y entonces empezó a ir de un hombro de uno a un hombro de otro, empezaba a andorrear por to el piso: los sillones, las lámparas, en la cabeza del abuelo…, en fin, en toas partes. Ya Pichí estaba por toas partes, ¿eh?, andorreando y tal. Y resulta que no lo metíamos en una jaula, el pájaro estaba to el día allí. A la hora de poner la mesa se iba a la mesa, picaba aquí, picaba en el otro lao, en las mollillas, en la comida… y estaba to el día tan a gusto. Y por la noche pillaba y se iba a su caja que le habíamos preparao con algodones y allí dormía. Estábamos tan contentos con Pichí. 

Un día mis nietas dicen:  
—Lo vamos a llevar a pasear a la piscina un ratico y tal.
Y se lo llevaron a la piscina y estaba el pajarillo por allí andorreando… Total, que se les fue. ¡Oh!, ¡cogieron una pena, porque ya le estaban tomando cariño a Pichí! Y resulta de que se fueron a la casa muy tristes y tal, y al llegar a la casa, ¡sorpresa! ¡Allí estaba Pichí! ¡Oh! Se pusieron tan contentas de ver a Pichí y Pichí se le iba a las manos… en fin, muy contentas, muy alegres… Y claro, pues así estaban ella con su ese.

Luego de | con el tiempo lo llevaron a la casa de campo a ver si Pichí se soltaba más por allí y se iba… a-… añadiendo a la esa, pero Pichí no. Pichí estaba en la casa y entonces ya se convencieron de que Pichí ya se había adaptado a ellos y que con ellos estaba tan requetebién y que siempre iba a ser así. 

Total, que ya al | pasó el tiempo, y en el verano dijeron la familia de juntarnos y irnos a la playa. Y nos  fuimos a Benalmádena y al estar en Benalmádena, allí en la casa, en el jardín, pues el pajarito estaba con nosotros siempre haciendo su vida normal. Hasta que un día se acerca una pajarita, una gorrioncilla, y resulta que se iba allí a las ramas y Pichí se iba con ella. Empezaban a revolotear de una rama a otra, pa allá, pa acá. Estaban por allí los dos jugueteando muy bien. Ella no se iba y él tampoco, y ahí le echábamos de comer porque ya no se acercaba a donde nosotros estábamos, y ya los dos comían allí. Ya Pichí venía menos con nosotros, ya no se venía a comer a la mesa, ni na de eso, ya to era estar alrededor de la gorrioncilla. Hasta que una mañana vemos que están allí los dos:  “pum, pum, pum, pum”  y se fueron.  

Y vimos al día siguiente que no venía Pichí:  
—¿Y qué pasa con Pichí? ¿Y qué pasa con Pichí? 
Entonces le dije yo a ellas. Digo:
—Mira, es que Pichí ya no es tan chico. Pichí ya ha ido creciendo, se ha hecho grande, entonces ha encontrao a su amiguita, quiere ser papá y quiere tener unos gorrioncitos y eso. 

Y entonces ellos ya fueron tan felices, formaron su casa y fueron felices y comieron perdices. Y colorín colorao, este cuento se ha acabao.