El día nueve de enero     España vistió de luto, 
pues en Madrid capital     muere lo mejor del mundo. 
Como creyente era un santo,     como músico el mejor,
y por eso toda España     lo lloraban de corazón. 
Cuando tenía quince años,     marchó a buscar su futuro 
y estudiando llegó a ser     el mejor trompa del mundo. 
Él nació en Jamilena     y fue a vivir a Madrid, 
la tragedia del destino     quiso que él muriera allí. 
Miguel Ángel Colmenero,     nunca se puede olvidar 
todo el bien que siempre hicistes     para tu pueblo natal. 
Eres autor de tu himno     y de la natividad 
y a nuestro Padre Jesús     también lo supistes amar. 
Con su trompa bajo el brazo     y toda la [¿coreografía?],
y hasta que un nueve de enero     el Señor la recogía. 
Dando clase a sus alumnos     sufrió una muerte fatal. 
Era un gran profesor,     catedrático ejemplar. 
[Com.: Ya nos no dice la trompa.] 
Ya no existe Miguel Ángel,     ya no podemos escuchar 
las notas de aquella trompa     que nos hacía llorar. 
En el cielo está tranquilo     porque tu ciudad natal, 
Miguel Ángel, te queremos,     no te vamos a olvidar.