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Un cura con la letanía esta que hacen de | la letanía de | esta de san Marcos o santa Margarita (….) Y iba el sacristán y el cura, y llegaron a una cortija y estaban muertecicos de hambre y, y allí no le dieron na, pero llegaron más alante y le dieron un poco | a ver no le dieron de comer pa que se sentaran pero le dieron un poquito de [¿avío a ellos?]. Lo estaban acechando y los | y lo esperaron y lo que llevaban, pues se lo quitaron. Salieron allí al encuentro y le quitaron lo que llevaban y dice | ¡Ah! y el cura no quería darlo, claro, si estaban sin comer; y no se lo quería dar. Pero, pero se encaró con él, porque claro, como él fue quien dijo que no se lo diera, que no soltara las alforjas o la talega, lo que llevara. Le pegaron un palizón al cura… ¡Madre mía de mi vida! Po | ¡Ay!, no, me he ido primero al último. (….) Le dieron de comer, pero no le dieron na más que al cura y el sa-, el sacristán pues no le dieron más. Y el cura se puso pastoral y to. Ya salieron de allí y el poquito avío que le llevaban po cuando salieron los ladrones | y se lo quitaron. Y como no se lo querían dar le sacudieron una buena paliza. Y | y cuando iban por el camino dice el cura:
—¡Ay, qué bien hemos comido!, particularmente yo—.
Y el hombre así, echándose uñas a la barriga… Y el otro dice:
—Habrás comío tú, porque yo no he comío—.
Pero luego cuando salieron los, los ladrones y… se encararon también con el cura porque era el que llevaba el mando del negocio y, claro, ellos dirían: “Este tiene que ser el que me tiene que dar a mí la | lo que sea, lo que tengan”.
Y no se le d- | Cada vez que decía que no, estacazo. Total, que lo inflaron. Y ya cuando se fueron el cura se quedó arredraíco. Tu verás, po un palizón que le pe- | Al sacristán no le tocaron. Lo mismo que no comió, no le tocaron.
Y ya van camino alante, allí, allá, por una |un cerrillo que, que había otro cortijo allí:
—¡A ver si llegamos y eso!—
Y ya el muchacho no sabía cómo decirle al cura también lo de la cosa de la comía. Y ya iban a ensillar y se pone así más tristecico y dice:
—¡Oy, señor cura!, ¿eh?, ¡qué paliza nos han dao! particularmente a usted—.
Porque le dijo también | como el otro presumió que, que había comío: “particularmente yo”, pues el otro no se lo quiso decir, pero así que ya vieron un poquito y ya vieron otra asomaílla, con otra mejilla de pan, dirían: “Pues ya cuando lleguemos aquí | po ya que que se enfade, se le habrá pasao. Dice:
—¡Oy, señor cura!, ¡qué paliza nos han dao!, particularmente a usted.