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IGRH: 0000
Otras versiones de "El confesor de su madre"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Transcripción
Elena tenía amores con un chico muy gallardo;
a él le llamaban Flores, por apellido Navarro.
Ellos se festejeaban, s´amaban con ilusión,
y al cabo de mucho tiempo pudo lograr su intención.
Elena era muy bella, y al ver que encinta quedó,
trataron de casamiento y el gallardo se marchó.
—Y ahora he perdido mi honra; ¿y ahora qué debo de hacer?
Antes que llegue la hora, me haré de padecer—.
Llegó la hora del parto, dándole Dios un varón.
Quedando buena en él harto, y Elena se levantó.
Ha cogido sus enaguas, s´ha dirigido hacia el bosque
y en lo hondo de un barranco, se lo dejó a media noche.
Liadito en un pañal, lo dejó sobre una mata
y esta madre criminal se marcha para su casa.
Nadie había llegado a su casa comparte que allí se hallaba,
que no muy lejos de allí un angelito lloraba.
Y el niño ya tiene padre. ¿Dónde lo bautizarán?
En el colegio del Carmen, y de allí nunca saldrá.
A los quince años fue cura, cura de la población,
y una mañana temprano una señorita entró.
Una señora muy bella a confesar se acercó,
diciéndole al padre cura las tres palabras de Dios.
—Padre, tengo una gran pena; he sido una criminal
más horrible que una fiera; mi honra ha sido fatal.
He tirado un hijo mío, el deciocho de agosto
del mil ochocientos cinco en el barranco del Rostro—.
Madre e hijo se abrazaron sin poderse sostener.
—Madre mía del rosario, quitadme de padecer.