Rosita la cigarrera

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Fecha de registro:
Referencia catalográfica: 0063r

Informantes

Bibliografía

IGRH: 0000

Otras versiones de "Rosita la cigarrera"

Alcalá Ortiz (2006: pp. 22-23); Alonso Fernández et alii (2017: n.º 79); Atero Burgos (2003: n.º 343); Foxo (2011: p. 57); Jaén Castaño (2018: n.º 538); Manzano Alonso (2003: pp. 665-668); Mendoza Díaz-Maroto (1990: n.º 252); Moreno Moreno (2016: n.º 214); Pérez Rivera (2015: n.º 297); Pimentel García (2020: n.º 999); Rico Beltrán (2009: n.º 98); Tejerizo Robles (2007: n.º 471).

Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.

Transcripción

[Com.]
Un domingo por la tarde,     debajo de una alameda,
donde se hallaba sentada     Rosita la aceitunera. 
Y por otro lado se hallaba     Doroteo el barrendero,
que quería ser su amor     por ver si la camelaba.
Y la niña va y le dice,     con la sonrisa en los labios:
—No prefiero tener novio     hasta tener veinte años.
Y, si un caso lo tuviera,     no sería un barrendero,
que sería un estudiante     de esos que ganen dinero.
—Anda y dile a tu madre     ¿que tan alta vas a llegar?
Despreciar a un barrendero…;     no sé si te casarás.
—Doroteo, no digas eso:     ¿que me voy a quedar soltera?
En un jardín tan bonito,     no me faltará quien me quiera.
—En un jardín tan bonito,     que le llaman tantos nombres,
le debían de haber puesto     la perdición de los hombres.
—La perdición eres tú,     he dicho que no te quiero 
y en un jardín tan bonito     nunca me faltará un barrendero—.
Cuarenta años tenía     Rosita la aceitunera,
cuarenta años tenía     y todavía estaba soltera.
Soltera sin padre y madre,     sin amor y sin dinero,
y en cuando en cuando decía:     —¡Ay, quien pillara un barrendero!

[Com.: Bueno, pues…, ¡buenas tardes! Mira, niña, te voy a contar lo que… una copla, una poesía de lo que se estilaba antes. Como, por ejemplo, pues de antes había, mmm… los… los sepultureros, los… mmm… los… ¿cómo te voy a decir?, mmm… los oficios eses… los sepultureros, mmm… ¿cómo se llamaba eso?, ¡espérate!, si sale o no…, ¡un barrendero!, ¡no, si no es el barrendero! (…) un barrendero, ¿sabes?, o sea el oficio de barrenderos, el oficio de enfermeros…, ¿eh?, po eso no lo quería nadie. Te estoy hablando que no lo quería nadie hace cuarenta años, ¿sabes?, porque, claro, tos no tenían el estómago y eso de quitarle la escupidera a un enfermo, o otro de coger un cepillo y estar barriendo por la calle…, o sea, que era un desprestigio, entonces los pobres pues, pues, pues… los pobres estaban bajos en todos los sentidos, y novias no se echaban novias ni había, solamente pues lo primero que preguntaban era eso: “¿Tú dónde trabajas”, “yo barrendero”, “oh, barrendero… ¡vaya porvenir que tiene!”. “¿Tú qué?”, “yo soy portero”, “Buah, ¡agárrate que vas…!” Total, to esas cosas, entonces yo te iba a decir | te iba a contar una poesía, ¿eh?, referiéndose  a lo que… a esto del barrendero, ¿eh?, como por ejemplo… son muchas, muchas, muchas, pero te voy a contar esta, ¡venga!]

Resumen de "Rosita la cigarrera"

Una joven es requerida por un barrendero. Ella lo rechaza por su oficio y porque considera que es demasiado joven para contraer matrimonio. Al final, llega a los treinta años soltera, sola y suspirando por encontrar a un barrendero. El narrador aconseja a las jóvenes que correspondan a sus pretendientes.