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Notas
En la interpretación cantada, se repiten dos veces todos los versos.
Bibliografía
IGRH: 0461
Otras versiones de "La mujer del molinero y el cura"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
BAUTISTA RODRÍGUEZ, J. (2020). El cuento de Mariquita triqui traca (ATU 1730C*) y el romance de La mujer del molinero y el cura: cultura popular, anticlericalismo y biopolítica. Boletín de Literatura Oral, 10, 87-108.
HERNÁNDEZ FERNÁNDEZ, A. (2010). Romancero murciano de tradición oral. Entnografía y aplicaciones didácticas. En M. Masera y J. M. Pedrosa Bartolomé (Eds.), El jardín de la Voz: Biblioteca de Literatura Oral y Cultura Popular, 8. Universidad de Alcalá – Insituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM – Centro de Estudios Cervantinos.
MERINO MADRID, A. (2000). Fuentes literarias escritas para dos romances de la tradición oral de los Pedroches. En J. Criado Costa, Crónica de Córdoba y sus pueblos, VI, (pp. 345-355). Córdoba: Diputación Provincial.
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RÍO CABRERA, J. A. (1989). Líneas convergentes en la cuentística y en el romancero andaluz: los temas anticlericales. En P. M. Piñero Ramírez (Ed.), El Romancero. Tradición y pervivencia a fines del siglo XX: Actas del IV Coloquio Internacional del Romancero (Sevilla - Puerto de Santa María - Cádiz, 23-26 de junio de 1987) (pp. 553-558). Fundación Machado – Universidad de Cádiz.
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Transcripción
Tengo un pavo embarruñado con mucha azúcar y miel.
Y estándomelo comiendo: —¡Abre, abre, Isabel!
—Padre cura, mi marido, ¿dónde le meto yo a usted?
—Méteme en aquel costal y arrímame a la pared—.
Y entra el maridito y dice: —¿Qué es aquello Isabel?
—Es un poquito de trigo que ha caído que moler.
—Coger el candil y vamos que ese trigo quiero ver—.
Y al destapar el costal, lo primero que se ve
es un grano con corona y un sombrero canadié.
—¡Hola, hola, padre cura, qué bien ha venido usted!
Tengo la mulilla coja y ha caído que moler—.
Lo engancharon a la una, lo soltaron a las tres;
molieron caíl y medio y una fanega después.
A otro día de mañana, a misa iba Isabel,
y al revolver una esquina, se encontró con don Andrés.
—Don Andrés, venga usted a casa, que ha caído que moler.
—Que baje el demonio y muela, que yo no quiero moler,
que he salido de molienda hasta la planta los pies.