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Notas
Aclaraciones léxicas:
riquítico asurero: entiéndase 'raquítico usurero'.
Anotaciones musicales
Se ofrece transcripción musical de este romance en la Tesis doctoral de Moreno Moreno (2016, pp. 624-625, partitura 342).
(Comentario de María Virginia Sánchez López e Isabel María Ayala)
Bibliografía
IGRH: 0000
Otras versiones de "El criado y la señorita"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Transcripción
Doña Teodora le dice a su esposo don Fidel:
—Me parece que el gañán mira mucho a la Isabel.
—Eso me parece a mí; se me antoja una comedia,
que si él la mira mucho, mucho más lo mira ella.
Nuestra hija debe casarse y dar con un caballero,
y no debe enamorarse de un riquítico asurero*;
que se dirá por el pueblo que no lo pierda de vista,
porque un pobre jornalero dé con una señorita—.
Para terminar el cuento, voy a cortar por lo sano
y en mandarlo a trasladar, el cuento se ha terminado.
Las doce y media serían y estaba en la reja hablando;
hablando con su Pedro y amargamente llorando:
—Toma, Pedro, este pañuelo, que lo bordé para ti;
para ti, prenda dorada, pa que te acuerdes de mí.
—Y tú toma este retrato porque ayer me retraté,
y aunque me aleje de ti, para que me pueda ver—.
Ya se retira el gañán, ya se retiran los dos,
y la pobre de Isabel malita se fue a acostar:
—¡Ay, qué malita me he puesto, mi probe joven! —decía—.
Esto de no ver mi Pedro, se me aumenta mi agonía;
se me aumenta mi agonía, se me aumenta mi dolor;
el retrato de mi Pedro me dará fuerza y amor.
Si mi Pedro se enterara lo malita que me he puesto,
pronto soltaría la yunta y pronto vendría corriendo.
¿No te has enterado, Fidel, lo que le ha dicho el doctor,
que una fiebre muy grande le pelpita el corazón?
—Cogeré papel y pluma y una carta escribiré,
no voy a perder una hija por el maldito interés!—
Ya que recibe la carta y ve que es del mayoral,
coge la carta y la lee y como un niño echó a llorar.
Como un niño echó a llorar, como loco echó a correr,
cuando el mayoral le dice: —Toma el dinero para el tren—.
A la entrada de aquel pueblo se encuentra al enterraor,
con el pico y la pala, camino del panteón:
—Mi Pedro, ten resistencia, que esta mañana a las diez
le hemos dado sepoltura ya a tu adorada Isabel.
—¿Por qué no la desencierra y ahora que nadie nos ve,
para yo besar su frente y luego morir después?
—Desenterrarla no puedo, eso sería una locura;
me mandarán a prisión por abrir la sepoltura—.
Ya que se asentó en su tumba, se quedó mudo y sin habla.
No pasaron tres minutos; salió una paloma blanca:
—No te asustarás, mi Pedro, no te asustarás de mí,
porque mañana a las diez, conmigo has de estar aquí.