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IGRH: 0000
Otras versiones de "El solterón"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Transcripción
Esto era un soltero, se llamaba el tío Carajo,
que se quería casar y ya contaba cien años.
Una tarde en el paseo, se encontró con la Matraca,
una vieja muy revieja, que ya de los cien pasaba.
—Buenas tardes, tía Matraca, yo soy el tío Carajo,
que te quiero con locura y yo contigo me caso.
Si lo sé, yo buscando novia estaba.
—Yo también te quiero a ti, Carajito de mi alma,
aunque sea tan revieja y no tengo dentadura.
—Tú por eso no te apures; yo te quiero con locura—.
Este par de tortolitos se ponen de relaciones,
como si fueran mozuelos, hablando por los balcones.
Y las tardes de paseo salían a pasear,
cada cual con su garrota y ella con su ramo de azahar.
Y la noche de casados la tía Matraca observaba
y le dice al tío Carajo que no vale para nada.
—¡Cómo quieres que ya valga, con esta edad que tengo,
si me encuentro sin narices, sin pulso y sin talento!
—Mira a ver si tienes algo, me quiero desengañar.
—No me comprometas tanto, pues te digo la verdad.
Ya sabes mi oficio siempre ha sido el de babero,
toma este moco de pavo, que esto es lo que yo tengo.
—Me has engañado, Carajo, si lo sé no me camelas;
teniendo yo tantos novios y ahora quedarme soltera—.
A las chicas de hoy en día les tengo que recomendar
que, en llegando a los treinta, ya no se puedan casar.