Audio
Clasificación
Informantes
Recopiladores
Transcripción
A los dos o tres meses de estar aquí, ah…, vinieron unos alemanes que trabajaban para la televisión con una carta de recomendación de amigos míos del Partido Comunista ―Yo no era comunista. No he militado nunca, pero sí me he sentido absolutamente involucrado en la causa durante muchos años―, eh…, pidiéndome que, que colaborase con ellos para hacer de, de intérprete para una serie de entrevistas que tenían programadas, un, un poco dando testimonio del, del inmediato, ah…, del, del franquismo y del inmediato postfranquismo, porque era evidente que Franco… Yo te hablo de, de junio, probablemente, junio del setenta y cinco, y Franco muere en noviembre.
Me dio tiempo de, de conocer, gracias a esa gente, a gente extraordinaria, como Dulcinea Bellido, que murió, y era mujer de Luis Lucio Lobato, que era miembro del Comité central del Partido Comunista, que había estao veintiséis años en la cárcel, del propio Simón Sánchez Montero, que había estao también veintitantos años en la cárcel, de Marcelino Camacho, en cuya casa estuve, pero cuando él todavía estaba en la cárcel, haciendo una entrevista a su mujer, y a otra gente de fuera del ámbito de los, de los comunistas, porque estos alemanes traían la, la intención de, de hacer un, un, un mosaico, un poco de | una visión más amplia. Por ejemplo, con el profesor Raúl Morodo, que fue secretario general del partido del Viejo Profesor, de Tierno Galván, y algunas otras personalidades, ¿no?, eh… Y eso me dio también una, una visión más, más cercana quizás, sin duda matiza-, tamizada por, por la cosa política, pero también más profunda porque el, el nivel… superficial de la calle no te creas que era muy para allá. Ahora se cuenta la Transición, eh…, no sé, parece que todos éramos muy, muy rojos y muy demócratas y… bueno, yo…, yo creo que no, quiero decir, yo no sé si en el sentimiento profundo de la gente ocurría eso, pero la realidad de las manifestaciones a las que yo fui y tal, en fin, no eran las grandes masas, no, no, era, era una cosa más… Bueno, con ojos de extranjero, no, no. Yo creo que no, yo creo que lo vi…, pero sí tamizado sin duda por la, por…, lo que pasa es que con mucho miedo, ¿no? Con mucho miedo porque ―fíjate― el hecho mismo de que los alemanes vinieran…, y eran un poco folclóricos, ¿no? Mira, nosotros salíamos una noche a las dos de la mañana de una casa bajita, en Peñagrande, donde vivía Dulcinea Bellido ―su marido todavía en la cárcel―, salíamos a las dos de la mañana aproximadamente. Estos venían con un, con un Volvo muy grande que, de esos que tenían entonces el techo que se corría ―ahora es muy corriente, pero entonces…―, porque allí ponían ellos la cámara y iban filmando cuando hacían fotos de paisajes y reportajes en paisajes. Eh…, salimos de, de la casa a las dos de la mañana, no metemos en el Volvo y de, y a, a unos veinte metros, ¡zas!, se encienden las luces de una lechera, de un coche de la poli, y, y nos… ¡joder!, y yo dije “Bueno, ya, ya nos han pillao”. Y estos…, estos decían… “Esto es una casualidad”. Y decía “Pero, macho, ¿cómo que casualidad?”. O sea, salimos de la casa de la mujer de un miembro del Comité central del Partido Comunista, Franco se está muriendo, vosotros sois alemanes, yo vengo de la emigración… ¿Pero qué casualidad, cacho-? Claro, una casualidad porque ellos eran así de, eh…, eran muy folclóricos.
Fuimos a entrevistar a, a Raúl Morodo, y Raúl Morodo ―yo creo que muy generosamente, porque mi alemán no era tan extraordinario― me preguntó si yo era un alemán que hablaba español o un español que hablaba alemán. Bueno, yo creo que era para hacerme la pelota o…, o en fin, una exageración en todo caso. Me prometió trabajo, no me lo dio. No, no, pero él sí que nos advirtió. Ya, ya habían ocurrido los últimos fusilamientos en Hoyo de Manzanares, ¿no?, de aquel chico de ETA y otros del FRAP, y…, y, y estos querían ir a filmar a Hoyo de Manzanares, a, la misma tarde esa, y entonces Raúl Morodo dijo “Vamos a ver, mire usted, ellos que hagan lo que quieran. Ellos son alemanes. A ellos lo único que les puede pasar es que les cojan el material, se lo requisen, les ponen en el aeropuerto y se van, pero usted incurre absolutamente dentro de la ley antiterrorista, o sea, no se le ocurra.” Bueno, yo, yo le hice caso y no fui. Y él no me hizo caso y no me dio trabajo, pero bueno, y… No sé, no sé.