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Bueno, a mí me contaron una vez que, en la vega de Carmona, había una zorra... Y allí hay muchas cogujales. En la vega de Carmona, hay muchas cogujales. Y encontró la zorra a una cogujá y le dice:
―Señora cogujá, ¿por qué no echamos | sembramos un garban-, unos garbancitos a medias, y... y usted pone la simiente, yo pongo el trabajo, y luego cada uno se lleva su parte?
―¡Vale!
Y sembraron los garbanzos. Estuvieron to el año escardando los garbanzos, toda la primavera, hasta que llegó la hora de segarlos. Y los segaron y se los llevaron a la era. Pero la cogujá tenía un amigo que | un lobo que era amigo de la cogujá, y le preguntó. Un día que pasó por allí, dice:
―Señora cogujada, ¿qué pasa?
Dice:
―Aquí estamos ya con los garbancitos en la era esperando que llegue la hora de que se pongan sequitos para trillarlos... Y ya partiremos la mitad para la comadre zorra, y la otra mitad para mí, los garbanzos.
―¡Vale! ¡Con Dios!
―¡Vaya usted con Dios, señor lobo!
Y cuando llegó la zorra, que había ido por ahí a buscar gallinas, en fin, llegó, y…:
―¡Ea!, pues vamos a trillar los garbanzos.
Trillaron los garbanzos, los aventaron, y montaron un montoncito de garbanzos bueno. Pero dice la zorra:
―Señora cogujá, ¿usted no sabe lo que yo he pensao?
―¿Qué ha pensao usted, comadre zorra?
Dice:
―Que usted se va a llevar la paja para hacer un nido, y los garbancitos para mí.
¡A la pobre la cogujá le dio tanto disgusto! Y se puso en la orilla del camino a lamentarse... Y a todo el que pasaba le decía lo que la zorra que iba a hacer con ella. Pero nadie le echaba cuenta; hasta que pasó el lobo y se paró allí; le dice:
―¿Qué pasa, señora cogujada?
Dice:
―Pues mire usted. Tengo una pena muy grande. Ahí están los garbanzos en la era, y ahora dice la zorra que yo me lleve la paja para hacer un nido, y que ella se va a comer todos los garbanzos.
Dice:
―Pues bueno, lo que vamos a hacer, va a ser una cosa. ¿Dónde está la zorra?
Dice:
―La zorra anda por ahí buscando grillos.
―Pues lo que vamos a hacer es que me voy a enterrar yo en la paja, y cuando venga la zorra, pues verá usted como yo la ajusto las cuentas.
Y de seguida vino la zorra. Estaba el lobo enterrado en la paja y dejaba un ojo afuera: así el ojo afuera, el lobo. Y se queda la zorra mirando, porque al lobo le brillaba así; se queda la zorra mirando al ojo, y dice:
―¡Álzate, uva!
Y pegó el lobo un bote y dice:
―¡Pero no está madura!
Y se lio y le pegó una paliza a la zorra...
―Y lo que usted quiere hacer con esta pobre cogujá es un crimen. Usted le tiene que dar la mitad de los garbanzos, y la otra mitad para usted, como se deben de hacer las cosas. ¡Que no me entere yo que usted vaya a llevarse los garbanzos y no le deja usted nada a la cogujá! Usted le tiene que dar la mitad de los garbanzos a la cogujá, y la otra mitad para usted, como se trató.
―¡Ea! ¡Vale! Descuide usted que...
Y ya se fue la cogujá; se llevó su parte, y la zorra se llevó otra parte. Y ya el lobo no tuvo más que intervenir.