Audio
Clasificación
Informantes
Recopiladores
Bibliografía
IGRH: 0234
Esta versión fue incluida previamente en Alguacil González (2012, pp. 68 y 69).
Otras versiones de "Albaniña"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
ATERO BURGOS, V. y RUIZ FERNÁNDEZ, M.ª J. (2001). Alba, Catalina, Elena y otras adúlteras del romancero tradicional. En: Los trigos ya van en flores. Studia in Honorem Michelle Débax, 41-62. Toulouse: CNRS-Université de Toulouse-Le Mirail.
DÍAZ ROIG, M. (1986). Estudios y notas sobre el Romancero. México, D. F.: El Colegio de México (Serie Estudios de lingüística y literatura, 1).
GARCÍA MARTÍN, V. (2019). La memoria de la tradición oral en el siglo XXI: El Romance de Albaniña. En La voz de la memoria, nuevas aproximaciones al estudio de la literatura popular de tradición infantil: V Jornadas Iberoamericanas de Literatura Popular Infantil. Homenaje a Pedro Cerrillo, 799-815. Cuenca: UCLM (Estudios, 116).
GONZÁLEZ, A. (2001). El tesoro del Romancero: la variación. Dos ejemplos de la tradición americana. ALHis, 30, 53-67.
RUIZ GARCÍA, M.ª T. (2005). Recreación del romance de La adúltera en la tradición hispanoamericana. Revista de Literaturas Populares, 5, 62-78.
¶
Transcripción
—Quince años tenía Martina cuando su amor me entregó—.
A los dieciséis cumplidos una traición le jugó.
Estaban en la conquista cuando el marido llegó:
—¿Qué estás haciendo, Martina, que no estás en tu color?
—A mí no me ha pasao nada. No me he podido dormir.
Si me tienes desconfianza, no te separes de mí.
—¿De quién es ese revolver?, ¿de quién es ese reloj?,
¿de quién es ese caballo que en el corral relinchó?
—Ese caballo es muy tuyo, mi papa te lo compró
para que fueras de caza a los montes de León.
—¿Para qué quiero caballo si caballo tengo yo?
Lo que quiero es que me digas quién en mi cama durmió.
—En tu cama nadie duerme cuando tú no estás aquí.
Si me tienes desconfianza, no te separes de mí—.
Y la cogió de la mano y a su papá la llevó:
—¡Suegro, aquí está Martina, que una traición me jugó!
—Llévatela tú, mi yerno, la iglesia te la entregó.
Si una traición te ha jugado, la culpa no tengo yo—.
Hincadito de rodillas, no más seis tiros le dio
y el amigo del caballo ni por la silla volvió.