La Guatuza necesita que le entreguen almas para sobrevivir

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Bibliografía

Esta narración fue recogida en Martínez Reyes (2016: n.º 345).

Transcripción

Dice mi abuelo que en un cerro que se llama el Bonete ―el Bonete, sí―, ahí sale La Llorona, ahí sale…, eh, la, la Guatuza ¿Has escuchado? La Guatuza es una mujer pelo largo, pero es larguísimo, que te llega el pelo, enrolla los animales.
Y dice que un día mi abuela iba a parir al niño más chiquito, que es papi. Dice que cuando mi abuela venía a media noche, eran como las doce ya, y dice que de un solo los dejaron caer. ¡Y ella iba ya casi ya por parir! Y vinieron y sintieron escalofríos por detrás.
Que mi abuela dice que ella la vio. Y mi abuela parecía loca, loca. Y dice que era una mujer que la cara era feísima, feísima. Dice los gusanos se le metían por los oídos, así. Y dice que los ojos estaban resaltados, la boca.
Y dice mi abuela que cuando ella la vio, le dice:
—¡Te repelo en el nombre de Jesús!
Bueno, se fue ella cuando dijo así. Le sale, como ese cerro es lejos. Y entonces le dice:
—¡Mirá, Ediberto; mirá, Ediberto! ¡Qué ahí está! ¡Mirala, que yo la estoy viendo! ¡Mirá, no digas que estoy loca!
Y dice que mi abuelo no veía nada, no veía nada. Solo ella la podía ver. Y dice que es que ella le pedía la alma del hijo, de papi. Quería el alma de él. Y dice que le dice:
—¡No, no te voy dar a mi hijo! ¡No te lo puedo dar!— le dice.
Porque es que dicen que ahí tiene que tener el alma de una persona para poder sobrevivir bastantes años, más años, más años y llevársela para donde el diablo. O sea, el hijo lo tiene ella, pero al mismo tiempo se lo entrega, como un muerto. O sea, al niño solo le da una cosa, dicen, y el niño ya está muerto, y el espíritu ya es de ella.
Y dice que le dice:
—¡Dame el alma de tu hijo!— dice que le dice.
Le dice mi abuela:
—¡No!— le dice—. ¡No te puedo dar el alma de mi hijo!
Y entonces le dice papi:
—¿Con quién estás hablando?
—¡Estoy hablando con ella!— le dice.
Y como mi abuelo no tiene miedo, porque dice que ya la ha visto bastantes veces, dice que al día siguiente ya amanecieron, pero amanecieron ahí, y el niño ya estaba nacido. Y dice que ella la vio, que ella estaba parada al rincón del niño. O sea que ya le quería dar al niño la cosa para que le diera el alma.
Ella tuvo* en la punta de ese cerro que se llamaba el Bonete. Amaneció y ya eran como las cinco. Y dice que ella andaba una Virgencita y dice que se la puso, y cuando la vio esa mujer se deshacía, se revolcaba en el suelo. Y ella estaba leyendo el Salmo 91 y dice que esa mujer cuando leía y leía, entre más leía, esa mujer se iba deshaciendo, se retorcía en el suelo. Y dice que, dice que los pieses se le arrancaban. Y después vino como una cosa de fuego, y dice que, y dice que de un solo la cubrió por todo el cuerpo, por todo.
Y dice que después se fueron para la casa de ella, y dice que ella estaba como loca, loca, dice. Dice mi, dice mi abuelo que él nunca vio eso dice; sí, solo fue ella; solo ella lo podía ver.
Y mi papi cuando oye esa historia, dice:
—¡Uy, qué horrible lo que tuve que pasar!— dice.