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IGRH: 0210
Otras versiones de "Conflictos de conciencia en la guerrilla cubana"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Transcripción
Marcharon seis soldaditos con la bandera del batallón,
y salieron al encuentro. ¡Madre, qué pena y qué dolor!
El cabecilla le dice así: ―Ahí de rodillas hay que morir.
―¡Ay de mi madre del corazón, si ella supiera dónde estoy yo!―
Y el cabecilla a los suyos, al oír la voz de aquél militar,
le dice a los suyos: ―¡Quietos, quietos, muchachos! No hay que tirar―.
El cabecilla se dirigió hacia el muchacho que dio la voz:
―Oye, muchacho, ¿dónde eres tú? ―Yo soy del pueblo del Gurugú.
―Tu nombre y el de tu madre y el de tu padre quiero saber.
―Mi madre, Antonia Sánchez, y el de mi padre yo no lo sé.
Padre no tengo, puedo decir. Dejó a mi madre, también a mí.
Yo como niño de poca edad por eso ignoro dónde estará.
―Levanta hijo, levanta que estás hablando con tu papá―.
Y el niño, como valiente, como valiente se levantó,
abrazándole a su padre, que en hora y media no lo soltó.
―Tus amiguitos ¿dónde están?, que quiero darles la libertad,
y tú, hijo mío del corazón, ¿quieres venirte a mi legión?
―Padre, no me exija usted, que yo a sus filas no puedo ir.
Tengo a mi madre en España, no tiene a nadie na más que a mí.
Y si ganamos este país, muere mi madre sin verme a mí,
y si perdemos mucho peor: muere mi madre sin verla yo.
―Llevas razón, hijo mío, que lo que dices es la verdad.
Toma estos 500 rublos y se los mandas a tu mamá.
Que contentilla se va a poner de que le escriba y llegue a saber
que en la morisma está mi papá y que le manda esta cantidad.