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Bibliografía
Esta narración fue recogida en Martínez Reyes (2016: n.º 348).
Transcripción
Dicen que también, allá en el pueblo donde mami da clases, ahí era solo, solo: nadie vivía. Dicen que ahí se había una momia, una momia, así.
Dicen que esa momia | Yo no sé si será cierto, pero dicen que las momias existen ahí. Las momias | Dicen que las momias | Como las momias hacen como cultos, así, dicen que ahí todos los días se escuchaba una luz y ruido.
Dicen que un día un hombre…, dicen que un día un hombre la vio. Y ese hombre cayó desmayado, se levantó como a las tres horas, y dicen que esa momia agarró un cuchío y se lo ensartó. Y dijo que si decía ese…, si decía que ellas existían, se iban a morir.
O sea, solo decir, aunque estuviera curado, “¡Yo vi una momia!”, se moría el hombre.
Entonces un día, ese hombre iba caminando, otra vez por la punta de un cerro, él no aguantaba ya, quería decir:
—¡Yo vi una momia por ahí!
Y ahí de un solo cayó. Y dicen que ese hombre se derritió como manteca. Quedó derretido en el polvo. Y el otro que sabía que había momias, también se derritió así como manteca.
[…] Entonces, desde esa vez dicen que ahí hacen cultos en la noche. Dicen que ahí también se reúne el diablo con todos. Es un…, como el cadáver de nosotros, pero nada más que esa es solo hueso, hueso, hueso.
Como un esqueleto que solo tiene huesos, nada de carne. Y el vestimiento de ellas, enrollarse un hilo, pero no uno, sino que… se enrollan así, por todo el cuerpo.
No sé, dicen que una vez, por ahí, cayó un coso del espacio, y dicen que ahí venían de seguro esas momias.