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Notas
desapartar: ‘apartar’ (DRAE, 2014). Según observamos en el NTLLE, esta voz se recoge desde los inicios de la tradición lexicográfica con un matiz peyorativo: ‘Lo mismo que apartar. Es voz bárbara y usada entre la gente rústica’ (Diccionario de autoridades, 1726-39, de la RAE). Solo un repertorio, adscrito al ámbito extraacadémico, consigna a esta voz un significado diferente: ‘Apartar con más fuerza’ (Diccionario de la lengua española, 1917, de Alemany Bolufer). En este caso, el valor del prefijo des- no sería ‘negativo’ o ‘privativo’, sino de ‘exceso o demasía’.
(Nota léxica de Marta Torres Martínez)
corvalá: no entendemos el término. Tal vez sea variante de corval (‘Ast. y León. Correa con que se sujetan las abarcas a las piernas’, DRAE, 2014), o bien de cordobán ‘Piel curtida de macho cabrío o de cabra’, DRAE, 2014).
(Nota léxica de Marta Torres Martínez)
sayal: ‘Tela muy basta tejida de lana burda’ (DRAE, 2014). Esta definición se recoge desde los inicios de la lexicografía, en el Diccionario de autoridades (1726-39) de la RAE.
(Nota léxica de Marta Torres Martínez)
Bibliografía
IGRH: 0110
Otras versiones de "La condesita"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
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Transcripción
Grandes guerras se publican por la tierra y por el mar
y al conde Flores lo nombran por capitán general.
Lloraba la condesita, no se puede consolar,
que acaban de ser casados y se tienen que desapartar*:
—¿Cuántos días, cuántos meses piensas de estar por allá?
—Deja los meses, condesa, por años debes contar.
Si a los tres años no vuelvo, viuda te puedes llamar—.
Pasan los tres y los cuatro, nuevas del conde no hay.
Ojos de la condesita no cesaban de llorar.
Un día estando en la mesa a su padre empieza a hablar:
—Dame licencia, mi padre, para salirle a buscar.
—La licencia tienes, hija, mi bendición además—.
Se quitó medias de seda, de lana las fue a alcanzar.
Se quitó zapatos de raso y se los puso de [¿corvalá*?].
Se puso un brial de seda verde y un hábito de sayal*,
y esportilla de romera y se fue a peregrinar.
Anduvo siete reinados, morería y cristiandad.
Anduvo por mar y tierra, no pudo al conde encontrar.
Subió a un puerto, miro a un valle y gran castillo vio asomar:
—Si aquel castillo es de moros, allí me cautivarán,
mas siendo buenos cristianos ellos me han de remediar—.
Cuando bajaba pa´abajo gran vacada vio asomar:
—Vaquerito, vaquerito, te quería preguntar,
¿de quién es ese ganado todo tu hierro y señal?
—Señora, del conde Flores. (………………………………….)
—¿El conde Flores es tu amo? —Sí, mañana se va a casar.
Ya están muertas las gallinas y están amasando el pan.
—Vaquerito, vaquerito, por la santa Trinidad,
por el camino más corto m´has de encaminar allá—.
Subió al castillo y vio al conde pasear:
—Buenas tardes, señor conde, dame limosna pa a esta pobre remediar.
—¡Oh, qué ojos de romera!, ¡en mi vida los vi tal!
—Sí lo habrás visto, conde. ¿En Sevilla estado has?
—¿De Sevilla es la romera? —Sí. —¿Y qué se cuenta por allá?
—Que el conde Flores, señor, poco bien y mucho mal—.
S´ha echado mano al bolsillo y un real de plata le da:
—Para tan grande señor poca limosna es un real.
—Pues dile a la romerita que lo que pida tendrá.
—Yo pido ese anillo de oro que en tu dedo chico está—
y abriéndose de arriba abajo el hábito de sayal:
—¿No me conoces, buen conde? Mira si conocerás
el brial de seda verde que me diste al desposar.
—Ni con agua ni con vino, no lo puedo recordar,
sino con palabras dulces que la romera me da—.
Arriba estaba la novia en un alto ventanal:
—¡Malas mañas saca el conde!, ¡malas mañas sacará,
que cuando ves una moza guapa las sueles abrazar!
—No la maldiga nadie, es mi mujer natural.
Con ella vuelvo a mi tierra, (……………………….)
quédese con Dios la novia, vestidica y sin casar,
que los primeros amores son muy malos de olvidar.