La Ciguanaba raptó la hija de los primeros habitantes de la comunidad

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ciguanaba: ‘El Salv., Hond. y Nic. En la tradición popular, fantasma en forma de mujer que se aparece de noche a los hombres para espantarlos’ (DRAE, 2014). Según observamos en el NTLLE, en los diccionarios de la Academia se documenta desde el DRAE (1992): ‘El Salv., y Nic. Fantasma, en forma de mujer, que según la creencia popular, se aparece de noche a los hombres para espantarlos’. En el ámbito extraacadémico se incluye ya en el Diccionario de la lengua española (1917) de Alemany Bolufer: ‘Amér. En Salvador, cigua, en su acepción de ser fantástico’.

(Nota léxica de Marta Torres Martínez)

Bibliografía

Esta narración fue recogida en Martínez Reyes (2016: n.º 442).

Transcripción

Aquí, en el municipio de Copán Ruinas, me contaba mi mamá que, cuando se empezó hacer esa comunidad allí, llegó el primer viviente de la comunidad. Entonces era una montaña. Solo abajo había otra comunidad, que se llamaba Pueblo Viejo, que ya estaba allí.
Entonces, la mamá llevaba dos niñas, y se fueron a vivir allí cerca de donde está un vertiente de agua.
Entonces, el hombre se fue a trabajar a esa comunidad de Pueblo Viejo y la mamá que se quedó cuidando las niñas en la casa.
Entonces, acostó la niña más tierna en una hamaca y se fue a traer agua al vertiente. Y dejó a la niña más grande, meciendo a la niña pequeña. En lo que ella andaba trayendo agua, llegó la Ciguanaba* en forma de la mamá y se llevó la niña más grande. Cuando ella llegó, no estaba la niña. Solo la hamaca se estaba meciendo, la niña no.
Entonces se puso a buscarla allí, al alrededor de la casa, y nada. La gritaba y nada. Y se puso afligida a buscarla y buscarla, y no la halló.
Y se fue avisarle al hombre, hasta Pueblo Viejo, que la niña se había perdido. Y se vino el hombre con una comisión de allá a buscarla, y no la hallaron. La anduvieron buscando por todos los montes allí en la montaña y nada. ¡Bueno, la perdieron! No la encontraron.
Resulta que, en esos tiempos, aquí en Esquipulas de Guatemala, había tres sacerdotes sabios. Y se fue el papá de la niña para el sacerdote sabio, a comunicarle que la niña se había perdido, que si sabía él dónde estaba. Le dijo el sacerdote:
—Mira, tu niña está per-, está perdida. Se la llevó la Ciguanaba* un día que tú andabas trabajando cerca del lugar donde vivís, y la mamá se fue a traer agua al vertiente y llegó la Ciguanaba en forma de tu mujer y se la llevó.
Era sabio, sabía, adivinaba las cosas. De allí le dijo:
—Mira, te voy a dar un listón —le dijo.
Le dio un listón bendecido por él.
—Te vas el Jueves Santo para la cueva. Allá arriba de tu casa hay un cerro. Allí vive la Ciguanaba. Ese cerro tiene una puerta y por allí sale.
Y él se fue el Jueves Santo.
—En la mañana, antes de salir el sol, tienes que estar allí. Cuando venga saliendo el sol, la niña va a venir jugándole. ¡No le vayas hablar! Cuando ―decía― ya se acerca, le tirás el listón. Si le caye, es tuya. Y si no le caye, ya no es tuya.
Entonces resulta que se fue el hombre el Jueves Santo tempranito, antes de que saliera el sol. Ya cuando venía saliendo el sol, también la niña venía saliéndole pa fuera, con un canastillo flores. Lo tiraba y lo agarraba.
El hombre no le cupo y no se aguantó, y dijo:
—¡Ay, mi niña viene! —dice.
Lo voltea la niña y dice de vuelta pa fuera | pa adentro. Le tiró el listón, pero ya no le cayó. ¡Perdió la niña! Todos los años iba pa los Jueves Santos a esa cueva para ver si la miraba, y ya no la volvió a ver. ¡La perdió totalmente! Sí, esa es una de las historias. Mi mamá me la contó. […]