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IGRH: 0000
Otras versiones de "Muerte accidental de la novia y suicidio"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Transcripción
Escuche con atención, madre de Dios soberana.
¡Ay, qué pena y qué dolor! ¡Qué joven tan desgraciada!
¡Ay, qué lástima de joven! Veintidós años contaba,
muy querida de sus padres, trabajadora y cristiana.
Y a eso de ponerse el sol, con el fresco de la tarde,
baja Consuelo a su huerto, a subirse los tomates.
Y un poco antes de llegar ―su novio no la había visto―,
salió una perdiz a volar, y apunta y dispara un tiro,
pero Consuelo que estaba detrás de aquella juncada,
en su pecho recibió la grande perdigonada.
Cuando su novio la vio, entre su sangre bañada:
―Levántate de ese suelo, mi dulce prenda dorada.
Levántate de ese suelo, porque Dios me escuchará.
No podré subir al pueblo, porque he sido criminal.
De que sus padres se enteren de la terrible desgracia,
dirán que he sido un traidor, que he deshonrado su casa.
Y a los padres de mi novia estas memorias les mando,
que a su hija la he matado, pero yo también me mato.