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San Marcos de Caiquín: municipio del departamental de Lempira, situado en la región occidental del país. Con una población estimada de 4.136 habitantes.
chavalo: ‘Hond. niño o joven’. No se documenta en el NTLLE, pero sí en el FG, donde encontramos cédulas en las que se registra la palabra en distintos repertorios lexicográficos del español de América: Diccionario de nicaraguanismos (1939) de Hildebrando A. Castellón (‘Muchacho, chaval; cipote en Honduras y El Salvador, patojo en Guatemala y chamaco en México’), Diccionario de americanismos (1942) de Augusto Malaret (‘Venez. Muchacho callejero’), Diccionario del habla nicaragüense (1948) de Alfonso Valle (‘Niño (germanía)’) y Diccionario manual de americanismos (1966) de Marcos A. Morínigo (‘América Central, México y Venezuela. Muchacho callejero’).
(Nota léxica de Marta Torres Martínez)
pucha: ‘interj. U. para expresar sorpresa, disgusto, etc.’ (DRAE, 2014). Aunque en el NTLLE esta voz se recoge ya en la segunda mitad del siglo XIX (Nuevo diccionario de la lengua castellana, 1846, de Vicente Salvá: ‘p. Cuba. Ramillete pequeño de flores’), el significado documentado en este testimonio se incluye en los repertorios generales a partir del primer cuarto del siglo XX. En concreto, la acepción que aquí nos interesa se empieza a registrar a partir del Diccionario de la lengua española (1917), de José Alemany: ‘interj. fam. Amér. Se usa en el Río de la Plata, para denotar asombro o sorpresa’. En el DRAE (2014) ya no aparece la marca diatópica: ‘interj. U. para expresar sorpresa, disgusto, etc.’.
(Nota léxica de Marta Torres Martínez)
Bibliografía
Esta narración fue recogida en Martínez Reyes (2016: n.º 209).
Transcripción
Fíjese que el dinero se convierte en, en carbón o, si no, en tierra negra. O, si no, se convierte | Fíjese que…, donde hay una, una | En Caiquín, San Marcos de Caiquín*, allá tenemos nosotros una | un hermano que se casó con un | una familiar ―con perdón, con una, una muchachita―.
Entonces, dice que | No sé si a usted le han contado que en los tesoros hay unas luces en la tierra. ¡Y viera ahí usted! Hay como | Aparecen como cuatro.
Pues nosotros íbamos a desterrar una vez. Íbamos a desterrar una vez, pero por la | uno ―¿me entiende?― cuando está joven, como dicen… Le decía yo aquel:
—¡De aquí para allá somos millonarios! —le decía yo.
Porque nosotros habíamos visto esa luz. Y le digo yo al chavalo*, al hijo de ella:
—¡Mirá —le digo— aquella luz— ¡Dios mío! —le digo yo.
—¡No jodás! —me dice él.
Y empezamos a escarbar a la orilla […] de un, de un árbol, de una viga. Dice la, la señ-, la muchacha que tiene como sesenta años de estar aquella viga ahí. Y así empezamos a escarbar y a escarbar. Y ya miramos, y miramos una cosa como cenizas adebajo.
Y le digo:
—¡Pucha* vos, ya somos millonarios! ¡Aquí hay billete! —le digo yo.
Era una estaca…, una estaca de madera, fíjese. Y nosotros la botamos. Y me decía mi mamá que, por la gran emoción de uno, que se va hacer millonario, que va a comprar esto, que va a comprar lo otro. Se le hace cualquier cosa, si no se le hace carbón. A nosotros se nos hizo carbón. Y nosotros la botamos. Y no se bota. [El carbón no tienen que botarlo, tienen que traerlo, recogerlo y meterlo en un balde, y ahí se va hacer billete.]
Vengo yo y le digo aquel:
—¡N’ombe! —le digo.
—Mamá fíjese que hallamos allá, pero más bien un pedazo de palo era, como carbón —le digo yo—. ¡Lo boté!
—¡Qué tonto usted! —me dijo ella—. ¡Eso es dinero! —me dijo ella.
Y comenzamos con el otro, nosotros va de buscar una lucita. Fíjese que cuando uno está escarbando eso, se vienen unos airecitos, pero rarísimos. ¡Viera que feo! Entonces, pregúntele; si no me cree, pregunte […]