El Piyayo

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Amador Lozano

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Fecha de registro:
Referencia catalográfica: 0222c

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Notas

Este poema, escrito por José Carlos de Luna, trata sobre el cantaor y guitarrista flamenco Rafael Flores Nieto (Málaga, 1864-1940), apodado El Piyayo.

Aclaraciones léxicas:

churumbeles: en el archivo sonoro, churumbelles.
despacio: en el archivo de audio, se sesea en este término de forma impostada.

Transcripción

¿Tú conoces al Piyayo?
un viejecillo renegro, reseco, chicuelo;
la mirada, de gallo pendenciero;
y el hocico, de raposo tiñoso,
que pide limosnas por tangos
y maldice cantando fandangos gangosos.
A chufla lo toma la gente.
A mí me da pena
y me causa un respeto imponente.
Es su extraño arte
su cepo y su luz,
su vida y su cruz,
su tabaco y su aguardientecillo,
su pan y el de sus nietecillos,
churumbeles* con greñas de alambre
y panzas de sapo,
que aúllan de hambre
tiritando bajo los harapos,
sin madre que lave su roña,
sin padre que afane,
porque pena una muerte en Santoña;
sin más sombra que la del abuelo.
¡Poca sombra; es tan chicuelo!
A las vigas alcanza la mano,
por lumbre y por luz, un candil.
Vacía sus alforjas,
que son sus bolsillos.
Bostezando los siete chiquillos,
se agrupan riendo,
y entre carantoñas les va repartiendo
pan y pescao frito,
con la parsimonia de un antiguo rito:
―¡Chavales, pan de flor de harina!
Mascarlo despacio*.
Bajo pan no se come en palacio.
Y este pescao no es na,
sacao uno a uno del fondo del mar.
Las espinas se comen también,
que to es alimento.
Así, despacito,
muy remascaíto,
migaja a migaja, que dure,
le van dando fin
a los siete reales que costo el festín.
En tanto, la Virgen María
contempla al gitano riendo
y un ángel rubio
besa la frente de cada gitano chiquito.
A chufla lo toma la gente.
A mí me da pena
y me causan un respeto imponente.