Señores yo me presento, 
soy un ladrón muy experto 
y me llamo Urdangarín.
Me metí en la monarquía 
y robé to lo que había 
y en un banco lo escondí.
Yo con mi niña Cristina 
nos marchamos a la China 
un poco pa despistar.
Cuando volvimos a España 
otra vez, con mucha maña, 
el saco volví a llenar.

Por ser yo quien soy 
nadie sospechaba. 
Al yerno del rey 
todos lo adoraban.
Y lo aproveché 
de aquella ocasión. 
Llené tres maletas 
y dos maletines, 
me llené las botas 
y los calcetines.

Un día de puro invierno 
el rey le dijo a su yerno: 
―Tienes que irte de Madrid―.
Ya me duelen los talones 
de tantas informaciones 
que circulan por aquí.
Cristina se marchó a Suiza 
con botas y con pelliza 
y el duque llegó detrás.
Y cuando llegó a Ginebra, 
con los niños y la suegra, 
se fue al paraíso fiscal. 

Por ser yo quien soy 
nadie sospechaba. 
Al yerno del rey 
todos lo apreciaban.
Y cuando llegué 
mis botas vacié. 
Vacié mi cartera 
y mis calcetines. 
Vacié mi maleta 
y los maletines.

Soy un duque de leyenda 
y esto lo dice mi menda, 
se lo puedo asegurar.
Que si el título he perdido 
a la realeza he jodido 
sin poderlo remediar.
Si me meten al talego* 
me despido y hasta luego 
pero un día yo saldré.
Y aunque ya seré más viejo 
me habré jugado el pellejo 
pero yo tendré parné.
Haré viajes en cruceros 
con cheques de muchos ceros 
y el mundo yo correré.

Y aunque yo no lo quisiera 
sé que de cualquier manera 
en la historia quedaré.

En Gürtel y en Nóos 
éramos famosos, 
íbamos los dos 
con el mismo bolso.
Y luego pasó que se descubrió. 
Yo no sé quién fue, 
no sé quién lo hizo. 
Yo sé que en la calle 
me llaman chorizo.