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Mi madre quedó viuda muy joven y se tenía que ir a | entonces no había viudedad ni había | Tenía ella que trabajar. Con once años me quité del colegio, porque tenía dos hermanas más pequeñas y tenía que cuidar de ellas. Con once años y ellas, Ramona tenía siete menos y Carmen, nueve. O sea, muy pequeñas, una con tres, otra con cinco… y así.
Luego ya… me casé muy joven. Me fui a un cortijo, a las Viñas. Yo tengo una historia escrita también, pero bueno, familiar. Y, desde allí, pues luego me vine aquí, al pueblo. Pusimos un bar, la Casa de Diego, que es hoy. Nos fue muy bien, pero a él le gustaba el campo, a mi marido, le gustaba el campo, las yuntas, sus mulos y sus olivos, era su vida. Bueno, pues traspasamos el bar porque a él no le gustaba, compramos esta casa y yo aquí tuve…, tuve hasta misioneras. Bueno, gratuitamente. Yo tenía esas dos habitaciones alquilás pa maestros; tú lo sabes. Uno, don Rafael, otro, don Rogelio de Martos… Y criar cinco hijos que tuve, yo era ama de casa solo, y trabajar… Entonces no había tantas comodidades como hay hoy: ni lavadoras… teníamos que ir al río, ahí al puente a lavar. Y esa era la…, la vida. Y criar los niños.
Los maestros se | porque enton-, hoy entra un niño al colegio con tres años, pero otras veces hasta los cinco años o seis no entraban; eso lo sabe Paqui. Pero, como teníamos maestros dentro de la casa, pues decía: —Arregle usted a Matías, que yo me lo llevo—. Un día se le durmió en el colegio. El colegio era en la casa de Enriquete, la Águila. Total, que vienen los niños: —Que se ha dormío Matías, que se ha dormío. —Dejadlo que duerma—. Si tenía eso, cinco o seis añitos. Y yo aquí luchando con maestros, con | Las misioneras venían, ¡que llegaban al monte andando! Que los misioneros que vinieron quizá pararan en la casa de tu abuelo, y las misioneras aquí. Me acuerdo del nombre de ellas: una se llamaba Palmira, otra se llamaba Montse, y la señorita Amparo. En dos camas dormían las tres; una cama más grande, otra más pequeña. Y esa fue mi vida hasta que se fueron casando. Luego, gracias a Dios viven tos por aquí cerca y… vi- van bien, cada uno tiene su vivienda, su… y su trabajo y su campo, y ya está. Uno tengo aquí muy cerca, Manolo, Pero Cuesta también vive aquí, en un solar que hay en la ribera. Hicieron sus casas y ya. Y vamos tirando. Y esa es la vida que hemos tenío.