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Notas
En esta versión, se repiten los octosílabos 7-8 y 11-12.
Anotaciones musicales
Esta versión recogida en Fuente Obejuna que se recrea en los aspectos más macabros presenta una melodía que es un excelente ejemplar del modo de mi pues en ella confluyen las características más señaladas de los temas correspondientes a este modo. Comienza en la nota final y rápidamente asciende a la octava superior para iniciar desde allí un paulatino descenso. La fluctuación del tercer grado es aquí clara y representativa del empleo que se hace de esta alteración. El ámbito es, como hemos señalado, de una octava.
La estructura se ajusta a los cuatro incisos, aunque para el equilibrio del conjunto se requiere la repetición de los dos últimos, lo que en unas ocasiones se hace repitiendo el texto, mientras que en otras se añade un nuevo verso.
A B C D C D
A b c d c d
El perfil de este tema melódico es descendente por lo que se ajusta al tipo II de la clasificación de ETZION & WEICH-SHAHAK (1988).
El comienzo es anacrúsico con insistencia en la repetición de nota en la mayoría de los incisos. El final es femenino en todos ellos.
El ritmo se ajusta a un compás ternario muy vivo con repetición monótona de la misma célula desde el comienzo hasta el final de la melodía.
Pese a la amplitud del ámbito, esta melodía posee un claro sabor antiguo. La encuadramos en el estilo narrativo melódico.
(Comentario de Luis Moreno Moreno)
Luis Moreno Moreno
Bibliografía
IGRH: 0096
Otras versiones de "La infanticida"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
ATERO BURGOS, V. (1986). Dos nuevas versiones del romance de La infanticida recogidas en la Sierra de Cádiz. Archivo hispalense, 212, 161-180.
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Transcripción
A la verde colorada, y a la colorada cepa,
era un niño de tres años que a su padre le da cuenta.
Un día dispuso el padre de vender ropa a la feria.
La madre, que se ha enterado, coge al niño y lo degüella,
ya no queda que partir nada más que la cabeza.
La carne la echa en adobo y los huesos a la perra.
La perra, como animal, hace un hoyo y los entierra.
Estando en estas razones, siente un porrazo en la puerta;
creyendo que era Juan Pérez (y) salió como una fiera,
ha encontrado a su marido que venía de la feria.
―¿Qué me traes, marido mío? ¿Cómo vienes de la feria?
―Lo que traigo es un dolor que el corazón me penetra.
¿Dónde está mi hijo querido?, ¿dónde está mi hijo del alma?
―Ahora mismo lo he mandado con los niños a la escuela;
siéntate y comeremos que tengo la mesa puesta―.
Estando el padre comiendo, siente una voz muy retenta:
―Detente, padre, no comas, devuelve tu sangre misma,
que ha salido de tu cuerpo y no hay razón que la coma―.
La madre de que oye eso, en un cuarto va y se encierra,
pidiéndole a los demonios que vinieran a por ella.
Unos dicen "venga tela", otros dicen "venga leña,
lo que ha hecho con el hijo tenemos que hacer con ella".
Se la llevaron al monte y la cargaron de leña;
se la echaron por delante, como se toca una yegua.