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Notas
En esta versión, se repite el primer y cuarto octosílabo de cada cuarteta.
Anotaciones musicales
De nuevo un romancillo de tema navideño que relata otro pasaje que pertenece a los evangelios apócrifos. La melodía es tonal en modo mayor. Como en el caso anterior, cubre una octava, entre la dominante inferior y su octava. De nuevo las notas en las que recae la responsabilidad de los comienzos y los finales son la dominante y la tónica.
La estructura formal es un tanto particular:
A A B B’ C C
a a b c d d
La repetición de los hemistiquios primero y último de cada cuatro con su correspondiente inciso, amplía la estructura a seis unidades. Los dos incisos centrales, B y B’ constituyen un bloque contrastante con los extremos por su figuración rítmica en semicorcheas y su fraseo ad libitum.
El tipo melódico que se configura no puede catalogarse como ninguno de los habituales, por lo que lo situamos en el tipo VII de la clasificación de ETZION & WEICH-SHAHAK (1988).
El comienzo es anacrúsico, pero tan solo porque utiliza un apócope de las dos notas iniciales, pues cuando se produce la repetición en el segundo inciso esas notas encajan perfectamente en un comienzo tético. Melódicamente el comienzo está formado por una cuarta ascendente tras la repetición de la nota (la dominante).
Dentro del ritmo constante de 3/8, se observa cierta irregularidad métrica debida al contraste de los dos incisos centrales que se interpretan con un ritmo algo libre. Son destacables también los neumas de dos y tres notas mediante los cuales se van encajando las sílabas en el compás ternario.
El estilo de esta melodía es también narrativo melódico.
(Comentario de Luis Moreno Moreno)
Comentario de Luis Moreno Moreno
Bibliografía
IGRH: 0414
Otras versiones de "Siendo las escarchas tantas"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Transcripción
Subida en un jumentillo la Virgen va descalza,
con su esposo San José, pisando hielos y escarchas.
Eran tantas las escarchas que no las derrite el sol,
y San José con su esposa en la puerta de un mesón.
―Abre, abre, mesonero; abre si quieres abrir,
que te traigo una doncella encinta para parir―.
Contesta el mesonero con la voz alterada:
―Para ningún vagabundo hay en mi mesón posada―.
Se arretiraron de allí y aflegido y con pena,
se arriman a unos pastores que viven en una cueva.
Y en el rincón de la cueva, al ladito de la una muralla,
tuvo la Virgen María el Redentor de las almas.
Y el Redentor ha nacido (y) en Belén en un portal;
iremos todos a adorarle la Pascua de Navidad.