Una mujer que llevaba al marío al médico porque decía que no…, que no podía hacer el amor, que era…, que no… Y la lleva al médico y le cuenta al médico:

—Mire usted, que mi marío que le pasa es esto, que…, que no…, no quiere o no puede —no sé qué.

Total, que… | Dice: —Eso, lo que podemos hacer es operarlo, verás tú. Eso le hacemos una operación y se quea, ya verás—.

Dice, pues: —Y, ¿cómo lo hace? —.

—Mira, —dice— mañana le vamos a poner la…, la pieza de un negro—.

Entonces lo operaron y le pusieron un…, el pito, la pistola o como se quiera decir, del negro. Y estaba en un hospital, sale del hospital. Le dice el médico, dice:

—Ahora al mes o lo que sea, vienes y me cuentas cómo…, cómo te va—.

Pues total, que, cuando vuelve el hombre; el médico:

—Cuéntame, qué pasa.

—¡Uy! Esto es desagerao*. ¡Uh! Esto es una cosa mala; esto, ¡bueno! Esto es…, ¡bueno! —.

Y va la mujer, dice:

—Mira, —dice— mi marío sigue igual, mi marío no…—

Dice: —¿Cómo va a seguir tu marío igual si dices que…, que eso…?—. Dice: —Oye, —dice— ¿esto que cuenta tu mujer es verdad?—.

Dice: —Hombre, —dice— eso que cuenta mi mujer es verdad —dice—, pero usted comprenderá que yo no le voy a meter a mi mujer la de otro, ¿no?