La siega y los cantares

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Notas

Registro sonoro perteneciente al Archivo de la Tradición Oral de la Fundación Joaquín Díaz (sign.: ATO 00009A 03)

En los fondos del Museo Joaquín Díaz podemos encontrar grabaciones en video del gaitero interpretando alguno de los temas de esta entrevista.

Transcripción

Joaquina: —Y, cuando veníamos para casa, que andábamos, a lo mejor, quince o veinte, y las cuestas arriba y todo cantábamos hasta que no dábamos más, sudábamos como patos.

Severiano: —Claro, a de ser… | Este tono además era después de…, después del almuerzo, después de las diez.

Manuel: —Claro, por la mañana no ca-, no se cantaba porque no había perrera.

Severiano: —Era al revés, era cuando había perrera cuando se cantaba este.

Manuel: —El tío Manolo, ese alto, que afanaba uno como…

Joaquina: —Mire, hasta el almuerzo se cantaba esto, de que se almorzaba, antes de almorzar no.

Manuel: —No, después del almuerzo.

Joaquina: —Hasta que no iba el amo, no se cantaba. Entonces decía Manolo: “¡Uy!, Fulano no ha venido, que no han cantao las segadoras. Entonces almorzábamos y cantábamos, y cantábamos hasta las dos de la tarde este tono. Pero después iban con la merienda y, después de la merienda, ya era otra cosa.

Severiano: —No, este era hasta la merienda.

Joaquina: —Después de la merienda era otro.

Severiano: —O sea, de las diez hasta las cinco la tarde.

Recopilador: —O sea, ¿cómo se…, cómo se dividía el día? Digamos, ¿a qué hora se llegaba al trabajo?

Joaquina: —Pues mire, desde las ocho…, desde las ocho a las dos.

Severiano: —No, de ocho a diez, de ocho a diez.

Manuel: —A las seis de la mañana…, a las seis de la mañana estaba segando, hombre.

Recopilador: —Eso que dice usted de la perrera, ¿qué es?

Manuel: —Que te entraba la perrera.

Joaquina: —No, dice la perrera.

Severiano: —Porque cuando te aprieta el sol, ya entra [¿…?] cansao.

Recopilador: —¡La galbana!

Manuel: —Galbana, ¡eso! En el campo dice: “¡Uy, qué perra tiene!”

Joaquina: —Es que este habla…

Manuel: —No, pero explicándolo, se entiende.

Recopilador: —Bueno, entonces eso. De las seis, por ejemplo, a las diez era una jornada de trabajo. Y luego, se…, se hacía | A las diez, ¿qué se hacía?

Joaquina: —Luego, otros cánticos, música distinta, claro, música distinta.

Manuel: —Normalmente, a las nueve de la mañana se cantaba. A las nueve de la mañana, más o menos, poco más, poco menos.

Recopilador: —Y después, de diez, de diez a dos.

Manuel: —De…, de diez a dos era cuando se cantaba esto, cuando más apretaba el calor.

Recopilador: —Ya, y luego se comía…

Severiano: —Y de dos a seis igual.

Manuel: —Luego, se echaba la siesta, y luego después, al salir de la siesta, salías fresquito de las sombras...

Joaquina: —Bueno, no le hagáis caso porque es un [¿…?]

Manuel: —…de entre los carrascos, ¿eh?  Bueno, salías de entre la…, de la sombra fresquito. Tenías que salir fuera de la sombra; ¡aquel sol que te mataba!… Aquí no se cantaba, no había quién trabajara. Había que segar, por eso. Y cuando los…, eh, los…. eh…, obreros, había algún zorrillo que no cantaba o alguna que no quería cantar…