Audio
Clasificación
Informantes
Recopiladores
Notas
Aclaraciones léxicas:
agravie: en el archivo sonoro, agrave.
Quede constancia de nuestro agradecimiento a Francisca López Zafra, alcaldesa de Mures, por cedernos un espacio para entrevistar a las informantes en el ayuntamiento de esta localidad.
Bibliografía
IGRH: 0194
Otras versiones de "San Antonio y los pájaros"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
RODRÍGUEZ PASTOR, J. (1996). Algunas manifestaciones folkloricas en torno a san Antonio de Padua. Revista de Folklore, 16 (186), 84-98.
TRAPERO, M. (1990). Los romances religiosos en la tradición oral de Canarias. Madrid: Nieva.
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Transcripción
Antonio, divino Antonio, suplico a Dios silencio,
que por su gracia divina alúmbrate al descubrimiento
para que mi lengua escuche el milagro
que en el huerto obraste desde ocho años.
Dende niño fue criado con mucho temor de Dios;
de sus padres estimados y del mundo admiración.
Fue caritativo y perseguidor
con todo enemigo con mucho rigor.
Su padre era una caballero cristiano, honrado y prudente
que mantenía su casa con el sudor de su frente.
Tenían un huerto donde recogían
cosechas y frutos que el tiempo traía.
Domingo por la mañana, como siempre acostumbraba,
su padre se marchó a misa, cosa que nunca olvidaba.
Y le dice: —Antonio, ven acá, hijo amado,
y escucha que tengo que darte un recado.
Mientras que yo estoy en misa, mucho cuidado has de tener;
mira que los pajarillos todo lo echan a perder:
entran en el huerto, pisan el sembrado;
por eso te digo que tengas cuidado—.
Su padre se aposentaba y a la iglesia se marchó
y Antonio queda cuidando y a los pájaros llamó:
—Venid, pajarillos, no seais malos
que mi padre ha dicho que tenga cuidado.
Pa que yo pueda mejor cumplir con mi obligación
voy a encerraros a todos dentro de una habitación—.
Lleno de alegría san Antonio estaba
y los pajarillos alegres cantaban.
Por aquellas cercanías ningún pájaro quedó
porque todos acudieron como Antonio lo mandó.
Lleno de alegría san Antonio estaba
y los pajarillos alegres cantaban.
Al venir su padre luego todos los mandó a callar.
Llega su padre a la puerta y comienza a preguntar:
—Dime, hijo amado, ¿qué tal, Antoñito?,
¿Tú has cuidado bien de los pajarillos?—
El niño le contestó: —Padre, no tengas cuidado
que para que no hagan mal todos los tengo encerrados—.
Sin que vio su padre el milagro tan grande
(y) al señor obispo trata de avisarle.
Se acerca el señor obispo con grande acompañamiento,
todos quedando confusos de ver tan grandes momentos.
Y abrieron ventanas, puertas a la par
por ver si las aves se quieren marchar.
El niño les dice a todos: —Señores, naide se agravie*,
los pájaros no se marchan mientras yo no se lo mande.
Se pone en la puerta y les dice asín:
—Venga, pajarillos, ya podéis salir.
Salgan cigüeñas por orden, águilas, truchas y gabras [?],
gavilanes y amotardas [?], mochuelos, vasares y grindos [?].
Salgan las hurracas, salgan las perdices
con los ruiseñores y las codornices.