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Este era… una mujer de aquí, de la Ribera, ¿sabe usted?, que tenía muchos muchachos y mu-, muchas falticas, antes de la guerra y de to. Y se fue | Tenía el mayorcillo que tenía —tenía ocho o nueve— y tenía el mayorcillo; vivía allí en lo hondo de…, de las casas aquellas de lo hondo. Y el pobre | Y la mujer, pues se le fue el niño a…, al servicio, el mayor. Y el po- | la pobretica la mujer, con aquella piara de niños, llorando tanto:
—¡Ay, qué lástima de mi niño, que se lo han llevao a la…, a la mili! ¡Ay, qué lástima!—.
Bueno, que, que su fue y le tocó por Córdoba o por ahí, se fue al Murriano de la, de la instrucción. Y, cuando vino de la instrucción, le dieron permiso, cuando acabó la instrucción. Y entonces, pues como no había combinaciones de Alsinas, ni de coches, ni había de na; na más que venían desde Jaén, venían | u desde Córdoba el tren, y venía a Alcaudete, y de allí se venían con sus macuticos andando. El muchacho le dieron permiso cuando terminó el…, el…, la instrucción, y entonces se vino con su macuto, empieza a andar, andar, y venía andando desde Alcalá por la carretera alante. Cuando llegó a lo alto de las carreteras, por el Ca, había una piara de muchachillos con los cochinillos en las cunetas, dándoles de comer. Y dicen:
—¡Oy, el hijo de la María viene! ¡Oy, el hijo de la María viene! Vámonos corriendo, corriendo, corriendo. —Que vivía allí al lao del puente.
Dice:
—¡María, ya viene tu hijo!—.
Dice:
—¿No me lo digas? ¡Ay, qué lástima, con tanto tiempo que hacía que…! —y hacía dos días que se había ido— ¡Ay, Dios, qué lástima de mi hijo! ¡Ay, que me voy con él!—.
Se entraron a correr, a correr, la piara de niños chiquitillos corriendo, corriendo, y, pasaron el puente por la, la, la, a, por el puente el Ca. Y cuando se encontró:
—¡Ay, hijo de mi alma! ¡Ay, qué, qué alegría de verte, con el tiempo que hace que no te he visto!—.
Y dice | Y luego los chiquitillos, uno detrás de otro, y besos al uno y besos al otro. Y la abuela que iba la, la ultimica de to el grupo, dice:
—¡Anda!—. Ya, ya iba ahogaica.
Cuando llegó ande estaba, dice:
—¡Ay, mi niño! ¡Ay, mi niño, qué ganicas tenía de ver a mi niño!—.
Y dice:
—Oye, ¿tú quién eres?—.
Y dice:
—Hijo, ¿quién voy a ser? —dice.
—Pero, ¿quién eres tú?—.
Dice:
—Tu abuela—.
Dice:
—Te quedarías muy pequeña —dice—; no, no te conoz- | no reuerdo. Te que- | te quedarías muy pequeña—.
Y dicen eso ha pasao aquí de verdad.