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Tenía muchos pretendientes y a nadie, pero, cuando estábamos allí en la tahona, me dice la muchacha que había allí en la tahona, la criada de la mujer aquella, dice:
—¡Antonia, va a haber un baile mu grande en la Ribera Baja!—.
Y yo, con dieciocho años | ¡Ah, esa era la que fui a | esa es la que me iba a ir la | Y entonces fuimos y, cuando llegamos al baile, la muchacha, como era de allí, se puso a bailar con to las otras. Yo, cuando llegué ahí, yo era allí el número uno de…, de dispuestilla y de boniquilla y de to. Y de las bien | las de la Vega, la grandona aquella que había rubia, amiga mía, me dice:
—Antonia, ¿vamos a ir allí to?—.
Digo:
—¡Vamos!—.
Pero la otra, la que iba conmigo, la criada del otro, se fue al cuarto del, del baile y, y mi novio y el, y el, y otro compañero que tenía dice:
—¿Quién son esas que han entrao nuevas?—,
Dice:
—Esas, las que están en la tahona, en, en, en el pan—.
Dice:
—Esa me la coloco yo esta noche —le dijo mi…, mi novio.
Con que yo me puse a bailar con él y se enrolló a charlar conmigo, ¡pin, pan, pin, pan, pin pan! Se vino detrás de nosotros hasta que llegó hasta nuestra casa.
Y ya, pues estuvo lo menos un año u más sin estar novios ni na, na más que en los bailes mus víamos de cuando en cuando, porque eso no se llevaba de que en el día te ennovies con uno, aquí como ahora, y de momento te hagas pareja y de to. Otras veces se tiraban detrás de uno los años enteros hasta que uno se ponía novio del to.
Como tanto me gustó a mí mi novio, que aquello fue ya el remate, que lo quiero vivo y muerto y a toas las horas que se me presenten. El primor. Y mira que tenía pretendientes yo, pero nadie, nadie me puede decir, y lo confieso con Dios, con el Señor y con to, y a mí no ha habío nadie que me de un pellizco, ni un beso, ni un testón, pero mi novio, pues, como era un niño tan salao, con un bigote, con un pelo rizao, un moreno, un niño de buena familia, de un cortijo y de to, y también me quería con locura, pues estábamos tan contentos los dos. Y esa es mi historia.