Audio
Clasificación
Informantes
Recopiladores
Notas
En esta versión, se repiten los siguientes hemistiquios pares: 4, 14, 16, 20, 26, 28, 32, 38, 40, 44, 46, 50, 52, 56, 58, 62, 68, 76, 80, 82, 86, 88, 92, 94, 98, 100, 104 y 106.
Según indica la informante, esta canción la cantaban los copleros.
Bibliografía
IGRH: 0195
Otras versiones de "Lux aeterna"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Transcripción
Una chica y un chico se paseaban y se decían
que hacía siete años que se querían, y la decía:
—Tú eres la más hermosa que hay en la vida—.
Una tarde de mayo salieron juntos a pasear;
Juan que iba a su lado no la decía siquiera nada.
—Juan de mi vida, dime lo que te pasa, pierdo la vida.
—A mí lo que me pasa no te lo digo,
solo vengo a decirte que yo te olvido, que quiero a otra,
que la han visto mis ojos y es más hermosa—.
A ella le ha dao una angustia, se desmayó,
y el ingrato la coge, para su casa se la llevó.
Su madre amada la ha cogido en sus brazos, la echó en la cama.
Todas sus amiguitas iban a verla
por ver cómo se encuentra la pobre enferma, y ha preguntado
que si han visto a su Juan por algún lado.
Una de sus amigas la ha respondido:
—¿Piensas ponerte buena? Yo te lo digo [Com.]
porque tu Juan con la amiga Dolores se va a casar—.
Todas sus amiguitas suben a verla,
por ver como se encuentra la pobre enferma y preguntaba,
y una de sus amigas la contestaba:
—Madre, coge una silla, vente a mi lado,
que antes de morir quiero darte un recado, no me lo niegues;
delante de mi tumba ténmelo siempre:
si viene Juan a verme después de muerta,
no dejes que pase de aquella puerta. También le dicen,
que a Juan nadie le quiso y yo le quise.
Mi mortaja será de rosas blancas,
los zapatos azules, los lazos blancos; también me ponen
collar de perlas que el ignoto me dio de amor y prenda.
Madre, qué linda noche, qué alegre suena—.
—Son los chicos del pueblo con las mozuelas. —Ay, cuantas noches,
arrojaban mi sueño, cartas de amores.
Madre, qué linda noche, qué alegre suena.
Ábreme la ventana que quiero ver las muy amigas.
—Que estás enferma y el aire de la noche dañarte pueda—.
A las tres de la tarde un perro llama, llama a la puerta.
Al amor de aquel hombre, la niña muerta, murió la niña;
al amor de aquel hombre que ella quería.
Al otro día siguiente pasó el entierro;
Juan que estaba en la puerta se metió dentro y se arrodilló,
—La culpa de esta muerte la tengo yo—.
Al otro día siguiente fue al cementerio,
y estaba la puerta abierta y se metió dentro y se arrodilló,
—La culpa de esta muerte la tengo yo.
Adela de mi vida, me voy a matar;
la vida que me queda es pa penar porque se ha muerto,
una mujer de pena y de sentimiento.
Mozos que tengáis novia no la dejéis,
que yo dejé la mía pa que veáis lo que la pasa,
que se ha muerto de pena y desconsolada—.
Salió el sepulturero compadecido:
—Salga usted pa la calle mi buen amigo, porque su Adela,
los restos que la quedan son pa la tierra.
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[Com.: Pero las cantábamos más de adorneás.]