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Notas
Se canta con el siguiente estribillo: “Estaba el señor don Gato / sentadito en su tejao, / marramamiau, miau, miau, / sentadito en su tejao”.
Aclaraciones léxicas:
marruña: así en el archivo sonoro.
se ha jobenado: así en el archivo sonoro.
marruña: no se registra en el NTLLE, pero sí en el FG donde hallamos una cédula relativa al Diccionario extremeño (1980) de Viudas Camarasa, donde esta voz se define como ‘adj. miserable, egoísta’. En el TLHA se recoge el verbo marruñar, definido como ‘zurear’ (‘dicho de una paloma: hacer arrullos’, DRAE, 2014) y localizado en Santa Elena (Jaén).
(Nota léxica de Marta Torres Martínez)
se ha jobenado: en el TLHA encontramos el lema esjobernado, -da, definido como ‘desgobernado, -da’. A su vez, esta voz se caracteriza como ‘desbolillado, desbaratado, averiado’ y se documenta en Carchelejo y en la Sierra de Cazorla.
(Nota léxica de Marta Torres Martínez)
Bibliografía
IGRH: 0144
Otras versiones de "Don gato"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
DÍAZ ROIG, M. (1986). Estudios y notas sobre el Romancero. México D.F.: El Colegio de México.
DÍAZ-MAS, P. (1977). Poesía luctuosa judeo-española [Tesis doctoral]. Universidad Complutense de Madrid.
DÖLZ, H. y BLACKBURN, I. (1977). Temática y técnicas romancescas en la poesía infantil chilena. Folklore Americano, 23, 69-87.
GARCÍA DE DIEGO, P. (1948). El testamento del gato. Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, 4, 306-307.
LÓPEZ GARCÍA, N. J. y MOYA MARTÍNEZ, M.ª V. (2018). El romance de «El señor don gato»: versiones y variantes en los cancioneros de Castilla-La Mancha. Revista de Estudios del Campo de Montiel, 2, 325-344.
PÉREZ DE CASTRO, J. L. (1953). El testamento del gato y una canción de corro en Figueras (Asturias). Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, 9, 350-357.
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Transcripción
Estaba el señor don Gato sentadito en su tejao;
han venido orden nuevas, que si quiere ser casado
con una gata marruña* que anda por los tejados.
El gato por ir a verla s´ha caído del tejado,
se ha quebrado dos costillas, un brazo se ha jobenado*.
Ya lo llevan a enterrarlo por la calle del pescado,
y al olor de las sardinas el gato ha resucitado.
Con razón dice la gente: «Siete vidas tiene un gato».