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Este registro ha sido recopilado en el marco del proyecto de I+D (Excelencia) del MINECO “Documentación, tratamiento archivístico digital y estudio lexicológico, histórico-literario y musicológico del patrimonio oral de la Andalucía oriental” (referencia: FFI2017-82344-P).
Agradecemos la colaboración de Raúl Sánchez Guerrero, responsable del Centro de Adultos de Cazorla (Jaén), y de Jovita Rodríguez Bautista, coordinadora de Centros de Adultos de la comarca de la Sierra de Cazorla.
Transcripción
Yo aprendí en la sastrería, con un sastre atento. Pues ganaba dos pesetas haciendo el pantalón. Y luego me acuerdo, pusieron aquí en la fa-, una fábrica en confecciones. Y dijeron:
—Cinco duros sin saber | Aunque no sepas na, na más que pa estar hilando—.
Bueno, pues toas fuimos, si…, si hacía mucha falta el dinero. Y entonces, pues tendría yo unos catorce, trece, catorce años, me fui a la fábrica en confecciones; me cambié, porque ganaba cinco duros. Pues a todas –había unas mesas así de largas— y a todas nos hacían pruebas:
—¿Qué sabe usted? | ¿Qué sabes? —porque ellos te decían de tú.
Digo:
—Yo sé hacer el cha-, el pantalón y el chaleco, y la chaqueta la sé.
—No, no, es pantalones los vamos a hacer. —Asín, estaban ya los patrones hechos. Así como de madera o como de cartulina, algo de eso. Pues teníamos que coger el montón. Dentro de |
—¿Sabes hacer las cuentas?
—Pues sí.
—Del cero al diez—.
Fui poniendo las telas, las puse con pesas asín, que había unas pesas, y hacía los patrones, las rematadoras que había ya, sí, en la fábrica, sí, había máquinas rematadoras y to eso. Las que no sabían hacer na les daba les daban el sobrehilado. Y yo ya los preparaba los pantalones y los hacía y los mandábamos. Hubo una demanda de pantalones que aquello fue…
Y, mire si estuve, que me puse novia de diecisiete, dieciocho años, me puse. Hombre, tuve muchos pretendientes y eso, pero sin na. Pero ya seguí con mi marido y me casé de veinticuatro. Pues me casé y seguí otro año más. Tuve a mi hija Mari Carmen, la mayor, porque decían:
—Marisa, si tú no puedes faltar, si tú eres…—.
Es que me pagaban cinco duros, luego, ocho, pero me dijeron que si tenía el título, que si tenía, si tuviera el título de cortadora, de corte, pues yo, ¿qué corte me iba a hacer? Pues había unas esas, y por las tardes, de cuatro a seis, y me saqué el título de corte y confección. Y entonces ya, na más que con eso, me dieron sesenta pesetas to los días, que ganaba más que mi marido, mi marido era albañil. Pues seguí, seguí cosiendo allí, y ya | es que en seis años tuve cuatro hijos. Los primeros fueron una cosa… Yo misma, de mis motivos, digo | Porque es que metí a una muchacha pa que le ayudara a mis suegros, que estábamos con mis suegros, pero digo, mi suegra no puede; era un montón de lavao, que no había lavadoras, si había, yo no las vi. Y entonces pa que mi suegra no | yo tenía ya mi hija. Pues luego, a los tres años, tuve ya a mi Jose, y cuando lo iba a tener, pues entonces ella misma le decía a mi marido:
—Oye, ¿a ti qué [¿…?] que esto es un negocio bueno? —¡Un negocio! ¡Si ganaba más que él!
Y entonces ya, pues me quité yo, me traía algunas veces trabajo, ¡pero así ya no daba abasto! Un montón de lavao, de lavar… Teníamos una finca muy bonita ande nace el río, un molino, que allí mis suegros eran molineros. Y allí | Pero había que subir andando, yo ya me suben en coche, pero… Nos hemos quedao nosotros, le toqué | le tocó a mi marido. Hace ya, en agosto hace ya dos años que se murió mi marido, pero mi marido | Después ya, el negocio de los albañiles se vino abajo también, como sabes que caen toas las cosas.