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Clasificación
Fecha de registro:
Referencia catalográfica:
0505r
Categoría:
Colección:
Colección de Jerónimo Anaya Flores
Informantes
Recopiladores
Bibliografía
Publicadas las variantes a la versión de Eloísa Anaya en Anaya Flores (1986: p. 92).
IGRH: 5019.9
Otras versiones de "Rosita encarnada"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Transcripción
—Ya venimos de la guerra de África, porque todo lo trae el amor;
ya venimos de la guerra de África, porque todo lo trae la ilusión.
/……………………………/ /……………………………/.
Y ahora vengo a casarme contigo, y ahora vuelvo y te encuentro casada.
Dame un beso, Rosita Encarnada, dame un beso de esos del amor
que en tu pecho ha grabado otro hombre y en tus labios quiero besar yo.
Ese beso que yo a ti te pido ahora y siempre tú me lo has de dar,
y si no con mi mano derecha en tu cuerpo clavaré un puñal.
—Si tú tienes puñal de dos filos que mi cuerpo pueda traspasar,
matarás una inocente criatura que dentro mi cuerpo estará.
—Yo no mato inocente criatura porque inocentes nos ha echao Dios al mundo;
pero cuando salga de ahí a ti sola te daré la muerte—.
A los tres días tuvo una niña más hermosa que los rayos del sol,
y de nombre la ponen Rosita, Rosita que su madre mandó.
A los nueve días Rosita fue a misa, y en la plaza se le presentó:
—Buenos días, Rosita Encarnada, ahora vengo a lograr mi intención.
¿No te acuerdas del pañuelo grana que de novio yo te regalé?
Dámelo, si tú no lo has rompido, dámelo y yo lo romperé.
—Sí me acuerdo del pañuelo grana y de varios regalos que hiciste;
y de aquel costurero de plata que con él el retrato me diste.
¡Ay, por Dios, por Dios, no me mates, ay, por Dios, tener compasión!—
Y sacando el puñal de dos filos en su cuerpo se lo traspasó.
Y de pronto llega ese hombre:
—Dime, dime, Rosita Encarnada, dime, dime quién te asesinó.
—Me ha asesinado ese hombre, ese hombre no le quiero yo.
Y me ha asesinado ese hombre que de novios le juré el amor.—
Esa carta que yo dejo escrita se la dejo a la moza soltera;
¡ay, no jures, no jures, no jures, ay, no jures amor que no quieras!
Corran, corran, corran las cortinas, que a Rosita ya la pueden ver,
y al ver a Rosita caída a los pies del soldado cruel.
Esa carta que yo dejo escrita se la dejo a la moza soltera;
¡ay, no jures, no jures, no jures; ay, no jures amor que no quieras!