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Bibliografía
IGRH: 5012
Publicado en Anaya Flores (1986: pp. 186-188; música p. 195).
Otras versiones de "En la estación de Alicante"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Transcripción
En la estación de Alicante a un tren subió un militar,
en un coche de segunda, que para su casa va.
Al ir a tomar asiento, el joven queda mirando
a una señora muy guapa que llevaba un niño en los brazos.
La señora le pregunta que si se va de permiso;
y el militar la contesta: ―No, señora, voy cumplido.―
La señora se conmueve y le dice muy risueña:
―Si no tiene inconveniente, y quiere darme sus señas.
―Señora, soy de Almadén, me llamo José Jiménez,
vivo en la calle Mayor, número cuarenta y nueve.―
La señora se conmueve, le dice con mucha gracia:
―¿Si quiere cogerme el niño, mientras bajo a beber agua?―
Pasaron cuatro estaciones, la señora no volvió;
y el militar con el niño: ―Ahora ¿qué voy a hacer yo?―
El militar coge al niño: ―Hijo, tu madre no vuelve.―
Pero ve que en una mano lleva colgada una llave.
Le coge la llave al niño, coge y abre la maleta
y envuelto en unos papeles llevaba cien mil pesetas.
Y en un papel que decía: "Procura al niño criarlo,
y, si no tiene bastante, publíquelo en el diario".
Este llegó a su destino donde todos lo esperaban,
y al verlo con aquel niño la novia le preguntaba:
―Dime de quién es el niño, tú me tienes engañada.―
Y de la estación a casa le contó lo que pasaba.
Preparan para la boda y enseguida se casaron,
y al pobrecito del niño a biberón lo criaron.
Este ya fue mayorcito, lo meten en un taller
pa que aprendiera de chófer, que eran los deseos de él.
Este ya ha tenido tiempo, marcha para Barcelona
a colocarse de chófer con una noble señora.
Hasta que un día la señora lo ha llamado a su despacho:
―Perdona mi atrevimiento y mira cómo te hablo:
si te casaras conmigo, todo sería para ti,
para ti y para tus padres, todos viviríais feliz.
―Señora, padre no tengo. ―Entonces no tienes madre,
―Señora, madre tendré, pero buena no será,
cuando de niño pequeño me ha entregado a un militar.
―Hijo de mi alma querida, hijo de mi corazón,
dame un beso y un abrazo, tu madre propia soy yo.―
Aquí termina la historia escrita por militares,
que ponen el corazón en las líneas que usted sabe.