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Y hay otra ahí, que es de un pueblo muy cercano al mío; se llama Texiguat, pertenece al departamento de El Paraíso. En ese pueblo había un señor, un ancianito muy viejecito que usaba caites ―ahí le llamamos caites, es un trozo de…, de rueda, figura en el pie, y luego, por encima, hacen unas correas de…, de piel de vaca cruda, que a eso se le llama caites; gente muy humilde y muy pobre, no gasta para comprar zapatos―, y ese señor sabía muchas cosas de esas, dicen. Y cuando…, cuando encontraba a los pescadores ―porque hay un río ahí al lado del pueblo, nosotros le decimos río chiquito, que se llama río Texiguat porque nace ahí―, cuando encontraba a los pescadores, él sacaba el caite ese y los ponía al río y secaba el río, y todos los pescadores abajo sacando el pescado. Luego dicen que ya, como él, él sabía de todas las cosas, incluso tenía pacto con el diablo, el diablo le pedía el pueblo, ¿vale?, entonces se pusieron a hacer una iglesia de ellos, supuestamente, que es la iglesia que ahora está ahí, que es una iglesia muy linda, muy hermosa y, antes de empezar a hacer la iglesia, se fueron casa por casa en todo el pueblo recogiendo los gallos ―y porque dicen | ahí se dice que los gallos como, cuando cantan, dicen: “Cristo nació’’, y entonces eso no va con, con Satanás―; y se fueron recogiendo por todas las casas un | uno por uno, todos, todos, todos los cogieron pa’ matarlos, todos, todos. Pues una viejecita dejó | le escondió uno debajo de un | nosotros le llamamos un cogul, como una olla grande de barro, y empezaron anoche a trabajar, a trabajar, a construir la iglesia y, claro, como tenían supuestamente poderes y todo eso, llegaron a construir la iglesia. Y ya, cuando eran las cuatro de la mañana o, o las dos, no, no lo sé, no me acuerdo cómo era cómo la contaba porque | el gallo cantó, y salieron corriendo todos y solo les faltaba un trozo de ahí arriba por donde era el camp- | la campana para terminar bien la obra. Y se | todos, todos los años dicen que se cae ese trozo que no, que no terminaron, todos los años tienen que estarlo, estarlo reconstruyendo, y, y es una iglesia muy bonita y está ahí en Texiguat.
Esa historia me la contaba a mí un señor, que yo estuve ahí en el noventa y ocho, estuve en ese pueblo porque mi padre llevó el ganado ahí y ahí estuvimos ordeñando y yo orde- | buscamos uno que nos ayudará ahí y ese, ese señor me contaba esa historia. Y dicen que se llamaba Gaspar el señ- | el viejecito y que ahora mismo, pues dicen que lo tienen ahí; hay un cerro enfrente del pueblo, que se llama cerro Zuncucuire, me parece. Es un cerro que cuando no se sube por enfrente del pueblo, no se suben ni los, ni los lagartos; es como esa pared, así. Pero por la parte de atrás sí hay entrada y todo, incluso dicen que han venido hasta gringos porque hay..., hay mucho, mucho petróleo | mucho oro, oro con ese viejo petróleo. Uno vino una vez; hizo, pues un agujero ―maquinaria y todo trajo―, y luego, al siguiente día que regresaba a trabajar, ya estaba sellado todo. Hay muchos árboles frutales, pero solo para comer ahí, no puedes llevar ni una fruta, solo para comer ahí. Y cuentan que él está ahí, que el señor está ahí y que dicen que el diablo lo tiene contando dinero, porque contaban que salió una vez y le pedía a un familiar que lo sustituyera, le pedían un familiar de él, un hijo o algo así, para él, como se dice, poder descansar en paz y morir.