¡Ah, bueno!, esa fue a un primo que le pasó. Se fue, se fue un primo mío a pescar al río con..., pues con un tío de él y otro señor, y, y, y eran ellos muy jóvenes, mi primo era joven y el hijo de su tío era joven, y se los llevaron al río, y ahí dicen que llevar, llevar niños al río a pescar a medianoche, ¡fu!, tiene recelo, dicen, porque hay mucha maldad, hay como [...]. Dicen que se los lleva el duende o se los lleva el diablo. Y, y, y a mi primo le pasó. Ten- | yo, yo estaba pequeñito, tendría seis años; él ya tenía como trece o catorce años. Porque ahí tienden los trasmallos, las redes en el río, en unas pozas profundas, y el pescado en la, en la noche, por la noche, el pescado ahí está cruzando y se queda clavado ahí, se queda atrapado en la red. Y…, y uno se acuesta en la arena, se duerme, y ellos se acostaron en la arena y luego, a la mañana siguiente, vieron que mi primo no estaba y, claro, em- | empezaron a, a ver para dónde había tirado, porque la poza era muy profunda; no podía cruzar el río. Empezaron a buscar y a buscar y a buscar, y lo encontraron, pues, ¡fu!, habían pasado como diez horas, dicen, ha-, había cruzado la poza, la había cruzado ―bueno, él sabía nadar―, pero luego él contaba todo, que le | había cruzado la poza y que le daba en la rodilla el agua y estaba debajo de un árbol de jícaro, que, supuestamente, va | eso hace contra a lo | al | bueno, cómo decirlo, a Satanás, porque el árbol de jícaro tiene unas hojas en cruz, en forma de cruz, y que por eso él se quedó ahí, y lo encontraron porque estaba lleno de pinchos por todo el cuerpo, andaba descalzo y todo lleno de pinchos. Y contaba eso también, que era que un hombre lo llevaba y él iba siguiendo a ese hombre.