Audio
Clasificación
Informantes
Recopiladores
Notas
Aclaraciones léxicas:
esataron: así en el archivo sonoro.
caudolosas: así en el archivo sonoro.
prejudicaban: así en el archivo sonoro.
Agradecemos la valiosa ayuda de Fuensanta Aranda Gómez, quien nos puso en contacto con los informantes para la realización de esta entrevista.
Bibliografía
Otras versiones de "Soldado devoto de san Antonio"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Transcripción
Al público le pedimos que nos escuchen un rato
para poder explicar este grandioso milagro.
Allí en Filipinas había un soldado,
prisionero estaba hacía ocho años.
Allá a presencia de todos lo tenían trabajando.
En compañía de todos el pobre estaba labrando.
Allí lo tenían metío en un corral
de comer le daban como a un animal.
A otro día de mañana ya no podía trabajar
y en compañía de todos ya no podía labrar.
Y entonces le dicen: “Ya ha llegado el fin.
Mañana a estas horas tendrás que morir”.
A otro día de mañana al campo se lo sacaron
para quitarle la vida al pobrecito soldado.
Y entonces lo agarran y allí lo amarraron;
más arriba estaba el tronco del árbol.
Y más de un millón de heridas en su cuerpo que llevaba,
cuando estaba trabajando los traidores le pinchaban.
Sus carnes honrosas él se las tapaba
con un delantal que se hizo de palma.
Y el pobre decía: “¿Pa qué habré nacido?
¡Si mis padres vieran lo que hacen conmigo!
Mis padres creyendo que ya me habré muerto
y al fin de mi vida estoy padeciendo”.
Estando en estas palabras, se le presenta un anciano.
Enseguida se dirige al pobrecito soldado:
—Yo soy san Antonio, el que te ha de salvar,
y a tu misma casa yo te he de llevar—.
Al punto, aquellos cordeles enseguida se esataron*;
los otros iban detrás buscándolo pa matarlo.
A la orilla del mar el pobre llegó,
viéndose perdido a la mar se tiró.
Las corrientes caudolosas* a él no le prejudicaban*
porque dentro de la mar parecía que lo llevaban.
Un brazo de mar a él se acercó,
s´agarró a la rama y arriba subió.
Cuando de la mar salió, el pobrecito lloraba
de ver que no tenía ropa y él en cueros se encontraba.
Y entonces un anciano que a él se acercó
(y) para vestirse ropa le sacó.
Enseguida por el pueblo le corrieron el pasaje,
de limosna que le dieron le costean el viaje.
Y él se encontró, cuando a su casa llegó,
a su madre enferma dándole el Señor.
Le preguntan a la madre que si a su hijo vería.
La madre contesta al punto: —Buena pronto me pondría—.
Entonces le dicen al hijo que pase
y pasó enseguida; se abraza a su madre.
No hay mejores medicinas que un hijo para una madre.
Al punto se puso buena de la alegría tan grande.
—¡Viva san Antonio, que me ha concedido
venir a mi casa porque él ha querido!—
A san Antonio glorioso le han hecho una grande fiesta,
que se la hagan muchos años aunque sea por providencia.
¡Viva san Antonio y los que la cantan
y al fin de mi vida dadme gloria santa!