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Notas
La informante indica que el título es Romance de la niña perdida.
Bibliografía
IGRH: 0000
Versión publicada en Anaya Fernández y Anaya Flores (1999: pp. 118-120; música p. 193; procedencia y peculiaridades p. 213).
Otras versiones de "La niña perdida"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Transcripción
Un hortelano decente una mañana salió
a trabajar a su finca, y en la carretera vio
a una niña pequeñita. A poco, a poco se acerca
(y) la ha cogido en sus brazos y se la lleva a su huerta.
Y su esposa le pregunta: —¡Ay, qué niña tan bonita!
¿Dónde te la has encontrado? —Llorando estaba solita.—
Y a la niña le preguntan que dónde estaban sus padres;
la niña era tan pequeña que no sabía explicarse.
Y a su marido le dice: —¿Qué te parece, Miguel?
—Se quedará con nosotros y la educaremos bien. —
Ya la llevan a un colegio y la ponen a estudiar;
la muchacha era tan lista que cada día sabía más.
Los padres que la criaron: —¿Qué carrera quieres, Marta? —
Y la muchacha les dice: —Yo quiero ser praticanta.—
Carrera de praticanta esta muchacha tomó,
y en el hospital de Oviedo al poco tiempo ingresó.
Veintitrés años tenía cuando al hospital se fue;
todos la querían mucho porque curaba muy bien.
Esta mocita llevaba colgado un escapulario,
el retrato de su madre con la Virgen del Rosario.
Esta reliquia tenía el día que la encontraron;
solo por ser de su madre ellos no se la quitaron.
A la sala san Antonio fue a curar a una señora,
que de un accidente grave había llegado hacía horas.
Y para hacerle la cura todos los días iba Marta
y le pregunta: —Señora, dígame lo que le pasa.—
Y volviendo la cabeza, le decía sollozando:
—Una hija que perdí, pues hoy hace veinte años.—
Aquella noche se acuesta diciendo: —Virgen del Carmen,
yo quiero que me reveles si esta mujer es mi madre.—
A otro día sube a verla, apenas que fue de día.
Pensando si era su madre ya ni de noche dormía.
—Señora, ¿cómo está usted?— le dice medio llorando.
Y la señora contesta: —A ver ese escapulario.—
Le enseña el escapulario y dice: —Virgen del Carmen,
¿quién te ha traído a este sitio a que cures a tu madre?—
Se abrazaron dando gritos y diciéndole su madre:
—Hija mía de mi alma, ya no me dan más ataques.
Hija de mi corazón, ya te tengo aquí a mi vera,
ya se me ha quitado todo, vámonos a nuestra tierra.
—A los que me recogieron conmigo quiero llevarlos;
les tengo mucho cariño porque, a la fin, me han criado.—
Madres, las que tengáis hijas, mirar qué cosa tan grande:
al cabo de veinte años se ha encontrado con su madre.