Audio
Clasificación
Fecha de registro:
Referencia catalográfica:
0585r
Categoría:
Colección:
Colección de Jerónimo Anaya Flores
Informantes
Recopiladores
Notas
La informante indica que el título de este romance es Juan y Dolores.
Se repiten los segundos hemistiquios, excepto el 3b, 7b, 15b, 18b, 38b, 44b y 46b.
Bibliografía
IGRH: 0195
Versión publicada en Anaya Fernández y Anaya Flores (1999: pp. 36-38; música p. 178; procedencia y peculiaridades p. 209).
Otras versiones de "Lux aeterna"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Transcripción
Una niña y un niño que festejaban
hacía cinco años que se amaban.
Llegó su santo, le regaló
un corte de vestido de gran valor.
A otro día por la tarde fue a pasear;
Juan no tenía gana con ella hablar.
—Juan, ¿qué te pasa, que estás tan triste?
Pues si es que no me quieres, pues me lo dices.
—No te lo digo, Adela, no te lo digo;
que, si te lo dijera, es cosa de olvido.
(……………….) —Pues dímelo,
que si no de la pena me muero yo.
—Que no te quiero a ti, que quiero a otra,
que mis ojos han visto que es más hermosa.
—Si es más hermosa, pues cásate;
y si a mí no me quieres, pues déjame.—
A otro día por la tarde cayó en la cama;
va su amiguita a verla: —Pues, ¿qué te pasa?
—Lo que me pasa no te lo digo.
¿Que si has visto a mi Juan por algún sitio?
—Piensa en ponerte buena, yo te lo digo;
los amores de Juan los has perdido,
porque tu Juan, porque tu Juan
con tu amiga Dolores se va a casar.
—Madre, ¡qué noche hace! ¡Cuántas estrellas!
Ábreme la ventana, que quiero verlas.
—No, hija mía, no, que estás enferma,
y el aire de la noche dañarte pueda.
—Siento ladrar un perro junto a mi reja;
pa la misa del alba ya estaré muerta.
—No, hija mía, no, no digas eso.
—Madre, querida madre, dame otro beso.
Si viene Juan a verme después de muerta,
no lo dejen pasar de aquella puerta.
Vendrán mis amiguitas Ana y Dolores
a poner en mi tumba lirios y flores.—
A otro día por la tarde pasó el entierro;
Juan, que estaba en la puerta, se metió adentro.
Cogió el retrato y lo besaba,
y con gran amargura allí lloraba.
A otro día por la tarde va al cementerio;
pregunta por la tumba al sepulturero.
Al cabo de un momento se siente un tiro
y una voz que decía: “Me voy contigo”.
Con un revólver se disparó,
y en la tumba de Adela allí murió.
—Adiós, los lirios y los cipreses,
adiós, Adela mía, adiós pa siempre.