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Clasificación
Informantes
Recopiladores
Notas
La informante indica que el título es Un hombre que trabajaba.
Bibliografía
IGRH: 5059
Otras versiones de "El padre ambicioso"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Transcripción
Un hombre que trabajaba en el muelle de Sevilla
tan solo tenía una hija, como las mil maravillas.
Un día que fue esa hija a llevarle la comida,
se enamoró un caballero al verla tan guapa y linda.
—¿Esa es tu hija, Francisco? —le dice en estas palabras—.
—Esa es mi hija, José. —Pues tienes una hija guapa.
De buena gana, Francisco, con tu hija me casaba;
ni a ti ni tu bella hija os faltaría de nada.
—Tiene novio, don José, y lo tiene en el servicio;
honrado y trabajador, y lo quiere con delirio.
—Tú le dices a tu hija que lo que tiene que hacer
es casarse con un hombre que tenga para comer.
—Me retiro, gran señor, y a mi hija se lo diré,
y con lo que ella me diga la contestación traeré.
—Si supieras, hija mía, la dicha que traigo a casa,
que te ha salido una suerte, que has de ser afortunada.
¿Has visto aquel caballero que conmigo platicaba?
Se ha enamorado de ti y has de ser afortunada.
—¿Cómo quiere usted que olvide a un hombre que tanto quiero?
De ser una miserable, olvidar por el dinero.
¿Cómo quiere usted que olvide si la palabra le di,
cuando al servicio se fue, esperarlo hasta morir?
—Tú harás lo que yo te mande, y si no te mataré,
y donde no sepa nadie tu cuerpo lo enterraré.
—Estoy por obedecer y hacer lo que usted me manda,
aunque el día de mi boda me vea usted desgraciada—.
Viendo que esto iba en serio y la boda se acercaba,
cogió la pluma y papel y pronto escribió una carta:
“Sabrás, querido Manuel, al escribirte esta carta,
al pronto que la recibas verás en breves palabras:
quiere mi padre casarme con un rico millonario;
vienes, si quieres salvarme, si te encuentras licenciado.
Quiere mi padre casarme, ¡qué desgraciada Isabel!;
vienes, si quieres salvarme, y no me dejes, Manuel”.
Llegó el día de la boda y a la iglesia la llevaron;
un vestido, no había otro, zapatos de oro bordado.
Mientras la boda en la iglesia, Manuel al pueblo llegó,
y se ha encontrado a un amigo y el caso se lo contó.
Yendo Manuel pa la iglesia, con la boda se encontró,
y lo ha visto la Isabel y a su cuello se abrazó.
Y llorando le decía: —No llores, blanca azucena,
que ya está aquí tu Manuel, ya tienes quien te defienda.
A esta mujer me la llevo, me la llevo porque es mía;
y el que se opusiera a ello con él me juego la vida—.
La ha cogido de la mano y a su casa la llevó;
como si fuera una hija, su madre la recibió.
Ya se casaron los dos y vivieron muy felices,
y el pobre de don José se arrancaba las narices.