Despreciado por una mujer que busca un rico millonario

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Fecha de registro:
Referencia catalográfica: 0614r

Informantes

Recopiladores

Notas

La informante manifiesta que aprendió esta composición, de forma recitada, durante su niñez y durante la recolección en localidades próximas a Torredonjimeno (Jaén).

Agradecemos la valiosa ayuda de Fuensanta Aranda Gómez, quien nos puso en contacto con los informantes para la realización de esta entrevista.

Bibliografía

Otras versiones de "Despreciado por una mujer que busca un rico millonario"

Pimentel García (2020: n.º 565).

Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.

Transcripción

Cuando yo tenía quince años,     la mujer que yo amaba
ni estrellas ni sol ni luna,     con nadie la comparaba.
Bonita como ella sola,     hermosa como una mañana,
con un corazón amoroso     que hasta el mío relumbraba.
Cuando regaba el jardín,     ¡ay, Virgen de los Dolores!,
no la podía comparar     entre medias de las flores.
Yo fui una noche a verla     como tenía de costumbre
y me la encontré sentadita     a la vera de la lumbre.
Se levantó de la silla,     se puso delante de mí:
—Por donde has entrao, te vas,     que yo no te quiero a ti;
que si me caso contigo     que eres un pobre desgraciado obrero,
viviremos en la miseria,     nadie nos dará consuelo.
Y si me caso con ese rico     que tiene tanto capital,
pasaré feliz mi vida     sentada en un buen sofá.
También tendré tres criadas     para poderles mandar
y una lámpara por delante     para poderme alumbrar—.
Mis penas fueron aumentando     hasta llegar al calvario
cuando vi que se casaba     con aquel rico millonario.
—Caballos de colas y trenzas,    esperad a los recién casados—
Y yo de pena y de rabia     a la iglesia entré
por ver el casamiento     de la mujer que yo amé.
Cuando el padre cura se estaba     echando la bendición,
al mismo tiempo se clavaba     un cuchillo en mi corazón.
Cuando se dieron la mano     delante del altar mayor,
se me cayeron     las entrañas y el pulmón.
Mi madre me consolaba     de aquel verdadero amor;
cuatro lobos destrozaban     mi alma y mi corazón.
Cuando salió de la iglesia,     me puse delante de él:
—Si esta mujer no es pa mí,     tampoco será pa usted—.
Y sacándome un cuchillo     en su pecho lo clavé
y cayéndose muerto     en el suelo lo dejé—.
Al instante toa la gente     en la camilla corrían
en busca de aquel herido     que alguna vida tenía
y a mí, entre dos ladrones,     a la cárcel me conducían.
Yo me encuentro aquí en la cárcel:    “¡Oh, Dios mío!, ¿esto que es?”
Yo me encuentro aquí en la cárcel     por una mala mujer.
Estando yo sentado en mi petate     como un niño del hospicio,
me llama el centinela     pa llevarme a juicio.
Y estando yo sentado     en el banco de acusaos,
pregunta el señor juez:     —¿Es cierto que usted hirió a ese recién casado?
—Es cierto, señor, juez.     Perdone que se lo diga,
si tengo algún sentimiento     fue que lo dejé con vida.
—Márchese, so canalla     y asesino;
el reglamento le manda     cinco años de presillo—.
Una tarde de verano     por mis rejas paseaba
con vestíos de terciopelo    que a la luna le envidiaba
y al pasar frente a la reja     mi alma se estremeció
y me tiró una saliva     que mi rostro mereció.
Ya han pasado cinco años     y el castigo ya ha pasado
y aquel rico millonario     su capital ha destrozado.
Y aquella mujer egoísta     ya ha perdido su corona
y ahora se ve por la calle     amparando una limosna.
Al pasar una mañana     frente a un portal me la encuentro
con una lata en la mano     para su cena aguardar
y se me hincó de rodillas;     que se había perdío el sentío
y que yo la perdonara     por lo que había cometío.
—¿Yo? Yo no puedo perdonarte,     jamás lo permita Dios.
¿Perdonar a la mujer      que mi rostro humedeció?
Ahora que tú te ves perdía     y yo me veo en libertad;
ahora vienes en busca mía,     mala mujer, desgraciá.
Te morirás de hambre,     tísica en un hospital.

Resumen de "Despreciado por una mujer que busca un rico millonario"

Una mujer desprecia a su pretendiente para casarse con un rico millonario. A la puerta de la iglesia, una vez casados, el pretendiente hiere gravemente al novio. El joven es condenado a algunos años de cárcel. El rico sobrevive y, junto con su mujer, dilapidan toda su fortuna. Cuando el muchacho cumple su condena, se encuentra a su antigua novia, que le pide una limosna. Él se la niega como castigo por sus malos actos.