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Clasificación
Informantes
Recopiladores
Notas
La informante vacila al cantar los versos 12 y 13.
La informante lo titula Dos hermanos huérfanos.
Bibliografía
IGRH: 5129
Versión publicada en Anaya Fernández y Anaya Flores (1999: pp. 32-34; música p. 177; procedencia y peculiaridades p. 209).
Otras versiones de "Enrique y Lola"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Transcripción
Eran dos hermanos huérfanos, criados en Barcelona;
el niño se llama Enrique, la niña se llama Lola.
El Enrique se ha marchado, se ha marchado al extranjero;
viajando por los mares, se ha hecho un noble caballero.
Disfruta de lo que tiene y también de su mejora;
disfruta de lo que tiene, sin acordarse de Lola.
Lola se queda llorando noche y día por su hermano;
a la Virgen del Rosario se ofrece para encontrarlo.
Ha salido un caballero para casarse con Lola;
Lola otorga el casamiento solo por no hallarse sola.
Estando un día en la mesa, Lola le dice al marido:
—Vámonos para La Habana, tengo un hermano perdido.
Tengo un hermano perdido, y allí me han dicho que para.
—Lola, tu gusto es el mío, vámonos para La Habana—.
Tomaron embarcaciones, para La Habana tiraron;
buscaron habitaciones en la calle de Margallo.
Andaron calles y plazas, no pudieron encontrarlo.
Y al poco tiempo de Lola su marido cayó malo.
Su marido cayó malo con las fiebres amarillas;
al poco tiempo de Lola quedó en el mundo solilla.
Quedó en el mundo solilla; ella se ha visto obligada
a pedir una limosna porque se ve desmayada.
Ha salido un caballero a pedirle una limosna,
y el caballero le ha dicho con sentimiento: —Perdona—.
Cuando el caballero vio a aquella joven llorar,
se echa mano a su bolsillo, siete pesetas le da.
—Es usted una bella rosa, es usted un bello clavel;
pásese usted por mi casa y allí la socorreré—.
A otro día de mañana el caballero la vio;
la ha cogido de la mano, la mete en su habitación.
Le pide cosa imposible, Lola le ha dicho que no:
—Primero pierdo la vida que yo deshonrar mi honor.
¡Si ahora llegara mi hermano, el Enrique de mi alma,
sacaría la defensa de la pobre de su hermana!
—¿Pues si tú te llamas Lola? —Lola me llamo, señor.
—Pues si tú te llamas Lola, Enrique me llamó yo;
mátame, hermana querida, que he sido tu inquisidor—.
Allí fueron los abrazos de los hermanos queridos,
allí fueron los abrazos, allí fueron conocidos.