Audio
Clasificación
Fecha de registro:
Referencia catalográfica:
0685r
Categoría:
Colección:
Colección de Jerónimo Anaya Flores
Informantes
Recopiladores
Notas
En esta versión, se repiten los segundos hemistiquios, excepto 2b, 17b, 20b, 39b, 43b, 46b, 48b y 50b.
Al repetir los segundos hemistiquios, se producen las siguientes variantes: verso 5b: “sale”; verso 11b: “causarme olvido”
La informante lo titula Un niño y una niña.
Bibliografía
IGRH: 0195
Otras versiones de "Lux aeterna"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Transcripción
Un niño y una niña que festejaban,
iban para seis años que se querían, que se adoraban
El día de su santo le regaló
un corte de vestido de gran valor.
Al domingo siguiente, salió a lucirlo;
(…………………….)
Juan, que estaba en la calle, seguía triste.
―Dime, Juan, ¿qué te pasa, que estás tan triste?
Pues si es que no me quieres, pues me lo dices.
(…………………….) ―No te lo digo,
que si te lo dijera es causarme olvido.
(…………………….) ―Pues dímelo,
que si no de penita me muero yo.
―Pues no te quiero a ti, que quiero a otra,
que mis ojos han visto que es más hermosa―.
(…………………….) A otro día de mañana
la pobre Adela cayó en la cama.
Todas sus amiguitas iban a verla,
(…………………….)
y les pregunta con mucho agrado
―¿Habéis visto a mi Juan por algún lado?
―Piensa el ponerte buena, que te lo digo,
los amores de Juan los has perdido.
―¡Qué buena noche hace! ¡Cuántas estrellas!
Abre la puerta, madre, que quiero verlas.
―No, hija mía, no, que estás enferma,
y el aire de la noche dañarte pueda.
―Cierra la puerta, madre, vente a mi lado,
que antes de morir quiero darte un recado.
Si viene Juan a verme dispués de muerta,
no lo dejen entrar, cierren la puerta.
Y si viene Dolores, yo la perdono,
que ella no tie la culpa de nuestro incono―.
A otro día de mañana, Juan preguntaba:
―¿Por quién derroblan tanto tos las campanas?―.
Y Dolores le dice: ―Por tu adorada.
―Válgame Dios, la pobre Adela,
(…………………….) nunca creía yo
que se moría de mal de amor―.
A otro día de mañana, pasó el entierro.
Juan, que estaba en la puerta, se metió adentro.
Cogió el retrato y lo besó;
delante del retrato allí lloró.
A otro día de mañana, va al cementerio llorando a gritos;
sale el sepulturero compadecido:
―Márchate, Juan, deja a la muerta,
que los restos de Adela son pa la tierra―.
Cogió el revólver y disparó;
delante de la tumba, muerto quedó.
Una niña se ha muerto de mal de amores,
la culpa la ha tenido Juan y Dolores.