Cuando una niña     llega a quince años
ni respeta padre     ni tampoco hermano.
Su madre le riñe,     ella le contesta:
—Yo me voy a servir—     y esa es la respuesta.
Hace la ropita un lío     y se va muy enfadada
a casa de don Pepito,     que está buscando criada.
Sale la señora,     que es la principal.
—Que yo sé coser,     que yo sé lavar.
Que yo sé coser,     que yo sé lavar;
tres duros al mes     quiero yo ganar—.
Por fin se ha quedao la niña     en casa de don Pepito
y a los tres días siguientes     se enamora el señorito.
La metió en la sala     con gran disimulo,
la ha tentao la cara     y le ha dado un duro.
—Ven acá, bonita,     ven acá, salero,
siempre que tú quieras     me pides dinero—.
La niña no ha sido torpe,     l´ha pillado la palabra
y l´ha dado el señorito     para un reloj y una falda.
La niña costea     reloj y abanico
porque se lo compra     el señor Pepito.
La señora de don Pepe     dice que se va a Madrid
(y) en busca de una casa     para ponerse a servir.
Don Pepe le dice:     —Ven acá, bonita,
si quieres servir     a esta señorita.
—Siendo yo mujer     casá por la iglesia
y ¡quieres que sirva     a la nena esa!