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IGRH: 5012
Otras versiones de "En la estación de Alicante"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Transcripción
En la estación de Alicante al tren subió un militar
en el coche de segunda, que para su casa va.
El joven a tomar asiento, el joven queda admirado
por una guapa señora que llevaba un niño en brazos.
La señora le pregunta: ―Militar, ¿vas con permiso?―.
Y el militar le contesta: ―No, señora, voy cumplido―.
La señora le contesta y le dice muy risueña:
―Si no tiene inconveniente, ¿me quiere dejar las señas?
―Soy del pueblo de Almadén, me llamo José Jiménez,
vivo en la calle Mayor, número cuarenta y nueve―.
La señora le contesta y le dice: ―Muchas gracias;
¿me quieres tomar al niño mientras bajo a beber agua?―.
Se pasan cuatro estaciones, la señora no volvió,
y el militar con el niño: ―¿Y ahora qué voy a hacer yo?―.
El militar mira al niño, dice: ―No viene tu madre―.
Y ve que en la mano derecha llevaba colgá una llave.
Le quita la llave al niño, coge y abre la maleta
y envuelto de unos papeles llevaba diez mil pesetas,
y una carta bien escrita, diciendo: “Al niño criar,
y si no pueden criarlo, lo publican a un diario”.
Ya llegan a la estación, donde todos lo esperaban,
y al verlo con aquel niño, su madre le preguntaba.
Se acerca la novia a él y le ha dicho estas palabras:
―Dime de quién es el niño, tú me has tenido engañada―.
Desde la estación al pueblo le cuenta lo que le pasa,
cómo le dieron al niño y el dinero que llevaba.
Preparan para la boda y enseguida se casaron
y se llevaron al niño, con biberón lo criaron.
Ya que era mayorcito, lo meten en un taller
para que aprendiera a chófer, que eran los deseos de él.
Ya que tiene dieciocho, se marcha pa Barcelona
y se ha metido de chófer con una noble señora.
Ya que lleva varios meses sirviendo en aquella casa,
y le hacían varios regalos de lo bien que se portaba.
Una tarde la señora su despacho lo llamó
y le ha dicho: ―Oiga, joven, escucha lo que te hablo.
Si tú te casas conmigo, como yo no tengo a nadie,
todito mi capital, para ti y para tus padres.
―Sí, señora, tengo padres, pero buena no será,
que siendo yo muy pequeño me entregó a un militar.
―Ven acá, hijo querido, hijo de mi corazón;
ven acá, dame un abrazo, tu madre propia soy yo.
Yo no fui una mala madre, ni te dejé por envidia,
lo hice por no manchar la honra de mi familia.
A esos que a ti te han criado les pediremos perdón
y les daremos las gracias por este grande favor―.
Coge el niño y le contesta: ―Esos que a mí me han criado
conmigo quiero llevar, conmigo quiero llevarlos
porque les tengo cariño, porque a la fin me criaron.