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Otras versiones de "Cuatro asesinatos en Madrid"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Transcripción
Al público que me escucha yo le pido por favor
presten atención al crimen que les voy a contar yo.
El veintitrés de julio la muerte se encontraron
cuatro personas honradas por la ambición de un malvado.
Ahora vamos, señores, contarles cómo pasó
este crimen tan infame que este hombre cometió.
Don Félix López Rodríguez tiene puesto un buen negocio,
que le daba rendimiento con ayuda de su socio.
Este socio es don Emilio y se llevaban muy bien;
este tenía una criada para ayudar a su mujer.
Estos dos hombres, señores, siempre iban a la tienda
para abrirla bien temprano, hasta el día de la tragedia.
A las doce de la mañana una señora llegó
para vender unas prendas, y cerrada la encontró.
Llega la una de la tarde y la portera extrañada
llama por el inquilino para ver lo que pasaba.
Cuando ella abrió la puerta y doña Ángela entró,
vio al dueño asesinado, y lanzó un grito de horror.
El criminal de este hombre lo mató a martillazos,
y no contento con eso le dio varios navajazos.
Enseguida la justicia quiere buscar a don Emilio;
al ver que no aparece, le van registrar su piso.
Cuando abrieron la puerta y la justicia allí entró,
con un cuadro muy terrible fue con lo que se encontró.
La criada asesinada dentro de esa habitación,
con un cuchillo clavado en medio del corazón.
El criminal de este hecho dijo en su declaración,
cuando mató a la criada, a los señores esperó.
Antes llega la señora y con ella algo habló,
y de un tiro de pistola allí muerta la dejó.
Cuando llegó don Emilio, él sin sospechar en nada,
de manera traicionera, otro tiro ya le daba.
Con confianza y cinismo a una tintorería entró,
que le limpiaran el traje, que de sangre se manchó.
José María Jarabó no podía prevenir
que las manchas de su traje lo iban a descubrir.
Y a una seña convenida de la justicia y el dueño,
detienen al asesino de este crimen tan horrendo,
y que tanto dio que hablar por la prensa y por la radio,
estando el pueblo madrileño varios días asustado.
Y aquí termina, señores, este crimen de misterio,
que casi siempre es la causa la ambición del dinero.
Y por las malas vidas que algunos hombres se dan,
enfangados en el vicio, siempre mal terminarán.