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Notas
La informante le da el título de La joven abandonada en el desierto.
Aclaraciones léxicas:
pretexto: por portento.
Bibliografía
Otras versiones de "La Virgen salva a una joven abandonada en el desierto"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Transcripción
Virgen del Carmelo, venidme a ayudar,
que yo este milagro pueda explicar,
que con una joven viniste a obrar,
este gran pretexto* es muy digno de admirar.
De padres herejes la joven nació;
a ella el cristianismo fue su inclinación.
Le dieron tormento porque en Dios creyó
y grandes castigos la infeliz sufrió.
Un día que a misa la joven salió,
aquel padre hereje fue y la persiguió.
Al salir del templo, se le presentó
y le dio grandes golpes con mucho rigor.
—Tú que crees en Dios, te castigaré,
y nunca por hija te he de conocer.
—Cumplid, padre mío, vuestra voluntad;
¡oh, Virgen del Carmen, ten de mí piedad!—.
Como ella seguía aún creyendo en Dios,
aquel padre hereje al punto mandó:
—Vámonos, hija mía, a otra población—.
La joven muy triste fue a la embarcación.
Después de embarcar, el barco empezó
y al momento desapareció.
Llegan a un desierto, ¡qué grande dolor!
El padre a la hija bajarla mandó.
—Ya puedes, hija, aquí descansar,
que el padre se marcha un rato a cazar—.
Aquel padre hereje pronto se embarcó;
al llegar a la casa, la madre preguntó:
—¿Ya la has dejado? —La pude engañar,
diciéndole que iba un rato a cazar—.
Y la joven sola se quedó,
esperando al padre, pero no volvió.
Al llegar la noche, empezó a decir:
—¡Oh, Virgen del Carmen, amparadme!—.
Así decía la joven con mucha aflicción.
—¡Cómo te han vendido, pobre corazón!;
te han dejado sola, aquí sin comer.
—Pues pronto de hambre yo me moriré—.
Como no tenía lo joven otro pan,
la hierba comía con afán.
—Cinco años me encuentro yo sufriendo aquí,
sin que nadie tenga compasión de mí—.
Estando la joven en esta oración,
vio que se acercaba una embarcación.
Un escapulario del Carmen sacó:
—¡Oh, Virgen del Carmen, que venga a por mí,
que si no de pena voy a morir!—.
Al llegar la barca, dormida quedó,
y hubo una señora que la despertó.
Le dice: —Cristiana, levántate ya,
porque yo a tu tierra te quiero llevar,
porque ya tus padres en Dios creen
y nunca martirio te darán—. (…………………)
Suben a la barca y al pronto partió;
en pocos momentos a tierra llegó.
Al desembarcar, la joven notó
que aquella señora desapareció.
Ella la buscaba con gran ansiedad,
porque muchas gracias le quería dar.
—¡Oh, Virgen del Carmen, mil gracias te doy,
por el gran servicio que me has prestado hoy!
Dice la señora: —Pues yo mismo soy,
que de aquel desierto te vine a sacar,
porque tu muerte se acercaba ya—.
Entonces la señora desapareció.
Fue a casa de sus padres y les preguntó:
—¿Dónde está vuestra hija? —Pues ya se murió.
—No seáis ingratos y creed en Dios—.
Entonces la joven en su casa entró.
Al verla su padre, ella se abrazó.
Su madre le dice con mucha humildad:
—Perdóname, hija, ten de mí piedad—.
Entonces la joven perdona a los dos:
—Porque ya estoy viendo que creéis en Dios.
Os diré que yo a religiosa me voy a meter,
esposa de Cristo muy pronto he de ser—.
Y a religiosa pronto se metió;
el escapulario del Carmen vistió.
Adorando a Cristo, su vida acabó.
Al morir, su alma al cielo voló.
¡Oh, Virgen del Carmen, tenéis que librar
a vuestros devotos de una tempestad
de padres y herejes, de una tentación
al fin de esta vida, santa salvación!