Audio
Clasificación
Fecha de registro:
Referencia catalográfica:
0777r
Categoría:
Informantes
Recopiladores
Notas
La informante lo titula El milagro de san Antonio.
Archivo sonoro perteneciente al Archivo de la Tradición Oral de la Fundación Joaquín Díaz (sign.: ATO 00001 11).
Título indicado en las anotaciones de campo: "San Antonio y los pajaritos".
Muchos de los temas de esta entrevista fueron también transcritos en el Catálogo Folclórico de la provincia de Valladolid.
Bibliografía
IGRH: 0194
Otras versiones de "San Antonio y los pájaros"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Estudios
RODRÍGUEZ PASTOR, J. (1996). Algunas manifestaciones folkloricas en torno a san Antonio de Padua. Revista de Folklore, 16 (186), 84-98.
TRAPERO, M. (1990). Los romances religiosos en la tradición oral de Canarias. Madrid: Nieva.
¶
Transcripción
Divino Antonio precioso, suplícale al Dios inmenso,
que por tu gracia divina alumbre mi entendimiento,
para que mi lengua refiera el milagro
que en el güerto obraste de la edad de ocho años.
Desde niño fue nacido con mucho temor de Dios,
de sus padres estimado y del mundo admiración.
Fue caritativo y perseguidor
de todo enemigo con mucho rigor.
Su padre era un caballero cristiano, honrado y prudente,
que mantenía sus hijos con el sudor de su frente.
Y tenía un güerto en donde cogía
cosechas del fruto que el tiempo traía.
Por la mañana, un domingo, como siempre acostumbraba,
se marchó su padre a misa, cosa que nunca olvidaba,
y le dice: —Antonio, ven acá, hijo amado;
escucha, que tengo que darte un recado.
Mientras que yo estoy en misa, gran cuidado has de tener,
mira que los pajaritos todo lo echan a perder:
entran en el güerto, comen el sembrado,
por eso te encargo que tengas cuidado—.
Cuando se ausentó su padre y a la iglesia se marchó,
Antonio quedó al cuidado y a los pájaros llamó:
—Venid, pajaritos, dejad el sembrado,
que mi padre ha dicho que tenga cuidado—.
Por aquellas cercanías ningún pájaro quedó,
porque todos acudieron donde Antonio les llamó.
—Para que yo mejor pueda cumplir con mi obligación,
voy a encerraos a todos dentro de esta habitación—.
Lleno de alegría san Antonio estaba
y los pajaritos alegres cantaban.
Vieron venir a su padre, y este les mandó callar;
llega su padre a la puerta, y le empezó a preguntar:
—Dime, hijo amado, ¿qué tal, Antoñito?
¿Has cuidado bien de los pajaritos?—.
El hijo le contestó: —Padre, no tenga cuidado,
pues, para que no hagan mal, todos los tengo encerrados—.
Su padre que vio milagro tan grande
al señor obispo trata de avisarle.
Ya viene el señor obispo con grande acompañamiento,
quedando todos confusos, viendo tan grande portento.
Abrieron ventanas, puertas a la par,
por ver si las aves se quieren marchar.
Antonio les dice a todos: —Señores, nadie se alarme,
que los pájaros no salen hasta yo no les mande—.
Se puso a la puerta y les dice así:
—Vaya, pajarillos, ya podéis salir.
Salgan cigüeñas con orden, águilas, grullas y garzas,
gavilanes, avutardas, mochuelos, lechuzas, grajas.
Salgan las urracas y las corderillas,
las cucurujadas y las golondrinas.
Salga el cucu y el vilano, burlapastor y andarríos,
canarios y ruiseñores, mochuelo, garfarrón y mirlo.
Al instante que salieron, todos juntitos se ponen,
escuchando a san Antonio, para ver lo que dispone.
Antonio les dice: —Dejad los sembrados,
marcharos por montes, por montes y prados—.
Al tiempo de alzar el vuelo, cantan con grande alegría,
despidiéndose de Antonio y toda su compañía.
El señor obispo al ver tal milagro
por diversas partes manda publicarlo.
Árbol de grandiosidad, fuente de la caridad,
depósito de bondades, padre de inmensa piedad.
Antonio divino, por tu intercesión,
todos te pedimos la eterna mansión.