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Clasificación
Informantes
Recopiladores
Notas
La informante indica que el título de este romance es Abandonada.
La informante indica que aprendió estas canciones “porque, cuando yo era chica, mi madre se iba al campo, y si me dejaba una peseta para comprar comida, venía un tío de coplas y yo compraba las coplas, y no compraba la comida. Y así nos lo pasábamos. Y mi madre, que iba al campo, me llevaba a las quinterías con ella, y yo aprendía los cantares".
Bibliografía
IGRH: 0000
Versión publicada en Anaya Fernández y Anaya Flores (1999: pp. 80-82; música p. 186; procedencia y peculiaridades p. 212).
Otras versiones de "El amor de un padre"
Ver referencias completas en Fuentes citadas abreviadamente.
Transcripción
Era José un gran chófer en casa de una marquesa;
abandona a su esposa y a sus hijos no se acuerda.
El hijo de doce años a pedir salió una tarde
para alimentar su hermanito y a su cariñosa madre.
Se ha acercado a un caballero, aunque con vergüenza grande,
y al pedirle una limosna lo ha conocido su padre.
Haciéndole un gran desprecio, el coche se montó;
no haciéndole caso al hijo, pronto desapareció.
A otro día bien temprano el niño se preparaba,
haciéndose de un cuchillo, sin que nadie lo observara.
Entre las seis y las ocho en la capital marchaba;
a un amigo de su padre en la calle se encontraba.
—Ángel, ¿dónde está tu padre? —el amigo preguntaba.
—Hace tiempo nos dejó, no sabemos dónde para.
—¿Quieres saber dónde vive? —este amigo le decía.
Enterado quedó Ángel dónde su padre vivía.
Entre las nueve y las diez en aquella casa entraba;
vio una señora elegante que sonriéndose estaba.
—¿Vive aquí José Romero? —el niño le preguntaba.
—Aquí vive ese señor; ¿es que algo deseabas?
—Vengo a pedirle, señora, ese hombre es mi padre,
que usted le vino a robar el cariño de mi madre—.
La señora que lo oía sobre el niño se arrojó
y despachándolo a la calle, una bofetá le dio.
Sacando el niño el cuchillo, una puñalá le dio;
desplomada cayó al suelo y malherida quedó.
Ángel se fue muy tranquilo, al juez se le presentó
y de todo lo ocurrido prestó su declaración:
—Señor juez, he hecho una muerte, maté una mujer ingrata,
que ha sido nuestra ruina por del de nuestra garganta.
He matado a una mujer, para nosotros fue infame.
¡Cuánto tormento por ella habrá sufrido mi madre!—.
Escuchando el juez al niño, no ha podido contenerse
y se saltaron las lágrimas, viendo al niño defenderse.
A Ángel por su fiel valor lo dejan en libertad;
quien mal vive mal acaba como dice este refrán.