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Notas
Agradecemos la colaboración de Eréndira Alejandra Ortega Medina en la transcripción y edición digital de este registro.
Transcripción
También para ayudar a mi mamá en los quehaceres del hogar, él consiguió a una señora que se llamaba Bernarda. Era de un pueblo vecino llamado Aguadilla. Esa era la querendona de nosotros porque era la más que compartía con nosotros: ella nos ayudaba a vestir, nos, eh, ayudaba con la comida, si llorábamos nos consolaba...
Eh, por cierto, tengo una, una anécdota de que fue que una vez, y | al lado de mi casa había los que les llamaban, donde ponían la caña de azúcar los que la cortaban, y había una grúa. Esa grúa levantaba lo que llamaban mazos, y los colocaban en los camiones. Cuando ellos se iban, nosotros íbamos ahí, cogíamos las cañas. Normalmente mi papá mondaba la caña, la pelaba, pero un día yo quise hacerlo sola: partí la caña, coloqué la caña entre mis piernas, y con una maceta y un cuchillo seguí dándole; pero al darle, en este dedo pulgar pues me hice una herida.
Como no quería que me atendiera un médico, que por cierto había | el centro de salud estaba frente a mi hogar porque vivíamos en el pueblo, pues mi nana, que se llamaba Bernarda, vino donde mí, me ofreció en ese tiempo una peseta (que eso era mucho dinero) y maníes (que a mí me gustaban porque los compraban en bolsas y ella los pelaba y nos lo daba). Yo me dejé hacer le, le | curar, y luego pues fui con ella. Ella me dio la peseta, el maní, y ella se quedó durmiendo conmigo esa noche hasta que me | hasta el otro día.